[OPINIÓN] Richard Arce: “El colectivero de porky”. (@GEC)
[OPINIÓN] Richard Arce: “El colectivero de porky”. (@GEC)

El caos del transporte urbano en la gran capital es uno de los principales problemas que afronta una ciudad con más de 10 millones de habitantes, recordemos que fue hace una década que se emprendió la reforma del transporte urbano, que tenía el objetivo de mejorar la transitabilidad, el orden, el transporte masivo y sobre todo erradicar la informalidad que había caracterizado por años a las famosas “combis asesinas”.

Puede cuestionarse la corrupción de Susana Villaran, pero es innegable el gran paso que dio con la implementación de los corredores en las vías principales de Lima, como rutas troncales para el transporte masivo de pasajeros y se empezó a ver los resultados.

Lamentablemente, desde la gestión de Castañeda, pasando por Muñoz y ahora López Aliaga, se ha ido deteriorando el sistema, apañados desde el Congreso para hacer una contrarreforma que ha puesto en vigencia ahora a los colectiveros que han empezado a inundar las principales arterias de Lima, en desmedro de este sistema de transporte.

Aquí hay muchos intereses en juego, además de la irresponsabilidad de los alcaldes de Lima, que escudan su negligencia retrucando la responsabilidad a la ATU, que tiene las competencias para organizar el sistema de transporte urbano.

Al juego perverso de los colectiveros se suma a toda una organización detrás del interés de la informalidad, desde un staff de abogados encargados de entorpecer y dilatar los procesos sancionadores, logrando que las papeletas con las que fueron sancionados prescriban.

Sumado la mafia que existe detrás de la informalidad, que incluye agresiones a los inspectores, coerción y hasta extorsión cobrando cupos para controlar la plaza y que lamentablemente toda esta informalidad termina en múltiples accidentes. No pagan impuestos, no tienen SOAT para servicio público —entonces nunca van a ser atendidas las víctimas de sus accidentes—, entorpecen el tránsito con maniobras temerarias y estacionándose en las esquinas, generando embotellamientos.

Ahora López Aliaga pretende empadronarlos ¿para qué? ¿Para legalizar estas prácticas vedadas? ¿Dónde quedó Lima potencia mundial? Todo es una muestra de incapacidad funcional, para atender uno de los problemas más álgidos que vive la capital.