(Presidencia)
(Presidencia)

Usualmente los vicepresidentes no son los reyes del baile. Sin embargo, pueden ser cruciales. En 2018, Vizcarra pasó de estar escondido en las nieves de Ottawa a asumir una presidencia que lo haría el protagonista en la crisis política de 2019 y ahora en la guerra sanitaria. En noviembre es la elección más importante del mundo –la presidencial americana–. Joe Biden ha escogido a su “VP”, la senadora Kamala Harris, una mujer ambiciosa que busca ser más que una mera pasajera.

En un sentido, Harris es una elección convencional. La californiana es una política “práctica”. En las primarias demócratas, Harris experimentó con ideas del izquierdista Sanders, pero recientemente ha sido una fiel militante del moderado Biden. Juntos, estos comparten ideas opuestas a aquellas de los socialistas en su partido como la congresista Alexandria Ocasio-Cortez. Por ejemplo, Harris no duda en apoyar a Israel.

Por otra parte, su importancia es poco convencional. Considerando los 77 años de Biden, muchos americanos querrán una “Veep” que esté lista para la presidencia en cualquier momento. Mientras tanto, Trump no pierde tiempo, aprovechándose de la imagen de un Biden mayor acompañado por una mujer enérgica. El mandatario americano lanzó un comercial pintando a Biden como “Joe el lento”, quien sería un candidato de “transición” listo a dejarle el cargo a una “farsante” (refiriéndose a las opiniones cambiantes de Harris).

En 2016, PPK eligió al exgobernador de Moquegua como VP para diversificar su equipo, dándole un toque provinciano. Semejantemente, Biden seleccionó a Harris para reflejar la diversidad de EE.UU. Si ganan, no sorprendería que, como Vizcarra, Harris suceda a su jefe.

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