Mañana, 30 de octubre, se presentará en el Congreso el ministro de Defensa con el objetivo de responder ante el Pleno un pliego interpelatorio por su afán de involucrar al Estado Peruano en una deuda enorme para adquirir 24 aviones de guerra de última generación, y dos de campaña, aunque uno de ellos sería un sustituto del actual avión presidencial (qué bonito). La compra que Astudillo planea asciende a 3,500 millones de dólares; y no le interesa que la empresa con la que su oficina está negociando enfrente objeciones a su transparencia y esté investigada, en estos días, por el Departamento de Justicia de los Estados Unidos.
Antes de conocerse los antecedentes de la comercializadora, una empresa sueca cuyos operadores ingresan al Ministerio de Defensa registrándose como oficiales del Ejército del Perú, o simplemente como personas naturales; Perú21 preguntó en voz alta: ¿Por qué se prioriza un gasto de ese tamaño cuando las grandes necesidades del país tienen que ver con la tecnología, la tecnificación y la capacitación de la Policía que resguarda, más bien, la seguridad interna? Y ¿cómo es que un Gobierno que no cuenta con la debida legitimidad, su aprobación apenas llega al 4%, se atreve a embarcarse en tremenda empresa?
Por supuesto, a nuestros cuestionamientos se sumaron un sin número de profesionales y expertos. Y todos en lo mismo. Nadie se opone a que nuestras Fuerzas Armadas se actualicen, pero el dinero en un país pobre como el Perú no se puede derrochar, menos si el gasto lo pretende hacer un Gobierno sobre el que recaen denuncias de corrupción. Lo hemos dicho: Perú21 no está en contra de que se modernicen los recursos con que las Fuerzas Armadas deben cautelar la soberanía y la integridad de nuestro país. Para ello, el ejemplo de Argentina que ha comprado recientemente 24 aviones caza de segunda mano, repotenciados, es digno de estudiar: Javier Milei les ha pagado a los daneses 11 veces menos de lo que Dina Boluarte pretende pagarles a los intermediarios suecos por cada aeronave.
Por supuesto, al ministro Astudillo no le gusta que Perú21 cuestione tan delirante gasto, y no ha encontrado mejor respuesta que la amenaza. En la misma línea, usando las redes sociales, con pauta contratada de por medio, los interesados en comprar costosísimos aviones de guerra a una empresa cuestionada tienen a su servicio a oscuros personajes repitiendo una misma y orquestada monserga. En el asunto han involucrado al propio comandante general de la Fuerza Aérea del Perú, quien se sumó a la pantomima y apareció en un medio estrictamente digital con un entrevistador formateado sugiriendo bajezas muy distantes a su rango.
Hubiera sido muy interesantea escuchar al general Chávez Cateriano explicando hoy, en plena revolución digital, qué ha cambiado en la forma de hacer la guerra. Acabamos de ver cómo Yahya Sinwar, el líder de Hamás, fue ubicado y aniquilado gracias a un dron israelí que entró hasta una habitación donde estaba herido. O sustentando la compra que defiende a partir de los F-16 entregados por la OTAN y EE.UU. a Ucrania que, por cierto, no han cambiado sustancialmente la guerra contra Rusia. Al final la infantería ucraniana ataca con drones y utiliza en su línea de defensa teléfonos celulares.
Pero no, el general Chávez Cateriano prefirió sumarse al cuento de que los periodistas de este diario —los que han evidenciado la forma como se ha venido negociando la trama de la multimillonaria compra de aviones a la comercializadora de armas sueca Saab— trabajan monitoreados por el agente chileno Cristian Faundes, según ellos, temible operario del recontraespionaje.
Cuando lo cierto es que Cristian Faundes no trabaja en Perú21. Se trata de un periodista y escritor chileno que colabora con artículos en la página web de este diario de manera externa tal y como lo hace en otro diario de circulación nacional y otras publicaciones, actividad que alterna con su función de catedrático de la Universidad César Vallejo. Faundes radica en el Perú desde que llegó a la embajada de su país en Lima como agregado cultural durante el gobierno de Sebastián Piñera. Su nacionalidad viene siendo utilizada como pretexto para acusar a Perú21 de traición a la patria.
Sujetos inescrupulosos que buscan endeudar al país y gastar los dineros del Estado sin fiscalización ni crítica alguna pretenden darnos clases de peruanidad. No hay duda, las mentes pequeñas suelen tener uñas largas.
La tecnología avanza a pasos agigantados, nuestras Fuerzas Armadas deben modernizarse de acuerdo con los tiempos, sin hipotecarse a los intereses de quienes ven en una oportunidad de gasto la posibilidad de una estupenda “jubilación”.
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