Puro cascarón

“Los pocos ciudadanos realmente involucrados en los partidos tienen mucho poder porque determinan quién postula a un cargo público, algo que solo se puede romper con mayor participación”.
Los partidos políticos comenzaron sus elecciones internas, en donde hay algunas sorpresas. Todo con miras a las elecciones generales de abril del 2021. (Ilustración: El Comercio)

El índice de participación durante las primarias de los partidos para elegir a sus candidatos al Congreso y Presidencia ha sido prueba pública e irrefutable de que las agrupaciones políticas no pasan de ser un cascaron endeble. La diferencia entre el número de afiliados y la cantidad de votos ha sido abismal.

En Acción Popular, por ejemplo, hay cerca de 200,000 militantes hábiles para votar, pero solo lo hicieron unos 28,000, lo que representa un 14% de su padrón. En Juntos por el Perú menos del 9% de afiliados hábiles votó, en el APRA menos del 7% y en el Frente Amplio menos del 6%. En Somos Perú votó poco más del 2%, mientras que en el PPC y el Partido Nacionalista solo alrededor del 1% de militantes hábiles participó en las internas. El que mayor participación tuvo en términos porcentuales fue el Partido Morado, donde cerca del 24% de la militancia se acercó a votar, lo que igual es un número bajo, sobre todo para ser un partido de estreno.

No pierdan de vista que los mencionados son los partidos más consolidados y que se atrevieron a usar la modalidad de elección directa, es decir, un militante un voto. Entre todos, no lograron convocar ni a 50 mil participantes en las primarias. Los otros partidos que no menciono han decidido usar un mecanismo de delegados, en buena medida porque no tienen a quién convocar para votar.

Ni los partidos con historia tienen en la actualidad una masa crítica que los respalde ni militantes activos ni capacidad de movilización. Tenemos un sistema de partidos sin partidos. Eso lleva a pensar que cualquier proyecto político nuevo puede rápidamente movilizar igual o más que los partidos actuales. Otra conclusión es que los pocos ciudadanos realmente involucrados en los partidos tienen mucho poder porque determinan quién postula a un cargo público, algo que solo se puede romper con mayor participación efectiva en esos espacios.

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