Aníbal Torres participó ayer en sesión del Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana en Trujillo, junto a la fiscal de la Nación, Patricia Benavides (Foto: PCM)
Aníbal Torres participó ayer en sesión del Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana en Trujillo, junto a la fiscal de la Nación, Patricia Benavides (Foto: PCM)

El iracundo y disociador premier Aníbal Torres salió ayer nuevamente con su perorata en defensa de Pedro Castillo intentando desacreditar a los testigos, colaboradores y las investigaciones del Ministerio Público.

“Se inician investigaciones por una simple denuncia de un medio sindicando responsables sin pruebas… Los grandes delincuentes están libres, a otros, por sospecha, se pide el máximo de detención preliminar. Hay una desproporción exagerada, hay persecución política… no buscan saber la verdad, sino crear un delito, ya se sabe con qué finalidad”, argumentó acaloradamente en su discurso ayer en Trujillo. Parece más un manotazo de ahogado que una defensa articulada y razonable.

Y es que ocurre justamente todo lo contrario: en el marco de las seis investigaciones que la Fiscalía le abriera a Pedro Castillo, a quien ubican a la cabeza de la organización criminal, se ha logrado acopiar abundante documentación, testimonios y pruebas. No se trata, pues, como quieren coordinadamente hacer creer el presidente y su premier, de “simples denuncias mediáticas”.

El caso ha ganado tal solidez que quienes antes fueron piezas claves de esta organización están ahora confesando todo y aportando evidencia que incrimina al entorno palaciego y, especialmente, al propio mandatario.

El último en ‘cantar’ ha sido Hugo Espino, el personaje al que recurrió la organización para hacer inicialmente los negociados en Cajamarca, pero, ahora se sabe, también en otras regiones y actividades. Espino ha narrado con lujo de detalles cómo se entregaron las obras dirigidas desde Palacio de Gobierno, las coimas que corrieron, el rol de la primera dama, etc. Otros exfuncionarios, como la exviceministra de Vivienda Elizabeth Añaños, también han venido detallando en los últimos días la forma en que se hizo la repartija de obras. Todo ello muy aparte de los primeros y más notorios implicados –los excontertulios nocturnos de la casa de Sarratea– y hoy también ‘cantantes’ y sonantes, ya prácticamente un coro muy afiatado en lo esencial.

Torres podrá, entonces, decir lo quiera, pero el rumbo de las pesquisas apunta a que de la Casa de Gobierno no son pocos los que tendrán como su siguiente paradero la carceleta del Palacio de Justicia.