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Una de marcianos

“Las cifras son reales; los marcianos son, por supuesto, los banqueros centrales. ¿Adónde vamos? ¿Al colapso financiero o a la inflación galopante?”.

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Llega un OVNI con unos marcianos con malas intenciones; su objetivo es provocar el caos para hacerse con el control. Lo quieren conseguir de manera inteligente y no violenta, para lo que se han empapado en el estudio de los episodios de cambio de régimen. Llegan a dominar todo lo escrito sobre la toma del poder; desde “La conquista de la Nueva España” de Díaz del Castillo hasta “El Gatopardo“ de Lampedusa. Pero ni Cortés ni Garibaldi les seducen tanto como los bolcheviques; les impacta una reflexión de Lenin –en una entrevista en 1919–, que recogió Keynes en su crítica sobre el Tratado de Versalles: “Las consecuencias económicas de la paz”. La frase es: “Si quieres destruir el capitalismo, corrompe su moneda”.
Ni qué decir tiene que aterrizan equipados de técnicas insuperables de falsificación. Se ponen manos a la obra; compran un banco que opera en un paraíso fiscal, desde el que emprenden un programa masivo de compra de bonos de deuda que financian (permítanme la licencia) con dinero falsificado.
Pronto la presión en el mercado de este todopoderoso inversionista provoca una escalada en el precio de los bonos, lo que significa que las tasas de interés emprenden su camino a la baja. De la mano comienzan a subir las bolsas, pues ese dinero que inyectan los marcianos, los inversionistas lo dedican a la compra de acciones. La abundancia de dinero es tal que hasta algunos países-desastre son capaces de poner la mano y conseguir empréstitos a tasas impensables en el pasado.
Como hubo una crisis de sobre-endeudamiento años atrás, los bancos centrales vigilan que las familias no se endeuden en exceso y que los bancos comerciales fortalezcan su posición de capital (des-apalancamiento). Pero las empresas y los gobiernos se endeudan con desenfreno en el mercado de capitales, pues ahí los bancos centrales tienen menos control. En nueve años la cartera de activos –e inyección de dinero– del Banco Marciano asciende a 20 billones de dólares, equivalente a un cuarto del PBI mundial.
En una década la sobrevaloración de las bolsas alcanza el registro más alto de la historia (el de 2000) y el ratio de deuda-a-PBI sobrepasa la cota que (en 2008) desencadenó una terrible crisis financiera.
Cuento fabuloso, pero ayuda a entender la aberración histórica en que vivimos. Las cifras son reales; los marcianos son los banqueros centrales. ¿Adónde vamos? ¿Al colapso financiero o a la inflación galopante?
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