/getHTML/media/1238503
Rubén Vargas sobre inseguridad: "Se necesita inteligencia no estado de emergencia"
/getHTML/media/1238497
Gilmer Meza de Sutep Lima: "Ministro de Educación -Morgan Quero- debería de renunciar"
/getHTML/media/1238485
Alfonso Bustamante CONFIEP sobre inseguridad: "No hay liderazgo, hay ineficiencia"
/getHTML/media/1238306
Mariana Costa de Laboratoria habla sobre sus encuentros Obama y Zuckerberg en La del Estribo
/getHTML/media/1238304
Los mejores libros del siglo XXI según The New York Times | Biblioteca de Fuego
/getHTML/media/1238303
¿Cementos y fútbol femenino? Gabriel Barrio de Unacem en Marcas y Mercados
/getHTML/media/1238207
118 mujeres han sido víctimas de feminicidio en lo que va de 2024
/getHTML/media/1238198
Lo último: allanan la casa de 'Chibolín'
/getHTML/media/1237508
Hugo de Zela sobre viaje a EE.UU.: "Se intentó explicar al Congreso, pero Dina no quiso"
/getHTML/media/1237506
Abraham Levy: "Hay mucho desinterés sobre los incendios forestales"
/getHTML/media/1237484
Darío Sztajnszrajber, filósofo: "Aprendamos a vivir el amor también con sus sombras"
PUBLICIDAD

En el principio fue el dedo

Señalar con el dedo. Un acto esencialmente humano. La mano de uno que se estira.

Imagen
Fecha Actualización
Señalar con el dedo. Un acto esencialmente humano. La mano de uno que se estira. La mirada del otro que no se detiene en el límite de la extremidad, sino que sigue la línea imaginaria que la prolonga para converger con la mirada del otro en un lugar que no es ni uno ni otro. Un lugar que une dos mentes en una intencionalidad compartida que se convierte en nosotros.

Hacia los nueve meses los bebés empiezan a señalar. "Hay algo que tú no has visto mamá o que has visto, pero que no tiene en ese momento valor para ti, pero que yo quiero que mi mirada y la tuya lo conviertan en una experiencia compartida. Te muestro el peluche".

Y hacia los 12 meses, el pequeño puede entender en un juego en el que he escondido algo que le gusta, que probablemente se encuentra cerca de hacia donde mi dedo ha señalado. Es una complicidad que pone emociones, movimientos y miradas en el terreno intermedio entre lo objetivo y lo subjetivo, lo interior y lo exterior, lo concreto y lo simbólico.

Lo que se va desarrollando es una teoría de la mente: de "no ves lo que yo veo, pero te puedo ayudar a verlo", pasando por "pero al verlo desde otro lugar no lo ves como yo lo veo", hasta "estamos viendo lo mismo, pero no tiene el mismo significado para ambos".

La complicidad mental y conductual, la intencionalidad compartida, pueden producir cooperación o competencia, paz o guerra, alianza o enemistad, pero, de todas maneras, negociación.

Es lo maravilloso de los humanos y lo que, también, nos hace eventualmente capaces de lo peor: nuestra mente emerge de un mix de fraternidad y hostilidad, confianza y recelo, generosidad y egoísmo, prejuicio y tolerancia. ¡Pensar que comenzó con el dedo que señala!