Rafael Vela se abstuvo de brindar mayor comentario respecto a lo dicho por Barata puesto que se podría afectar la labor del fiscal José Domingo Pérez.. (Foto: GEC / Video: Canal N)
Rafael Vela se abstuvo de brindar mayor comentario respecto a lo dicho por Barata puesto que se podría afectar la labor del fiscal José Domingo Pérez.. (Foto: GEC / Video: Canal N)

Estos días siguen confirmando lo evidente: que este tsunami de revelaciones involucra y arrastra a la mayoría de lo que ha sido lo más poderoso de la política peruana durante las últimas décadas, independientemente de su pelaje ideológico. Enemigos históricos hoy se encuentran unidos en su intento de salir bien librados. En el dolor, hermanos.

Los ataques enfilados contra el equipo de fiscales han juntado a voceros inesperados, unidos en un objetivo común: pintarlos como dictatoriales, fascistas y tiránicos. Con tal de desprestigiar las investigaciones, todo vale. Pero hasta el momento nada indica que eso sea realmente así. Eso no significa que no pueda haber un debate urgente sobre la pertinencia de las prisiones preventivas impuestas o por imponerse, o sobre si no declarar fondos de campaña era un delito, pero es crucial mantener en perspectiva el panorama mayor.

En ese contexto, lo dicho por el fiscal Vela en la entrevista publicada por El País el domingo trae algunas verdades que vale la pena tener cuenta para poner las cosas en su real dimensión. Vela dice: “Estamos enfrentando no solamente a toda la clase política del país que está involucrada en hechos de lavado de activos y corrupción, sino también (...) a espaldas financieras muy grandes en donde (...) hay mucho dinero para pagar defensas técnicas muy calificadas”. Los fiscales se estén enfrentando sin excepción a todos los grandes estudios de abogados de Lima, lo que hace que esta sea, también, una pelea contra lo que el dinero casi ilimitado puede financiar.

Un amigo chileno me dice que, desde fuera, pareciera que el Perú se está desplomando. Le digo que no es así, sino que este polvo es, en realidad, la tierra que se levanta cuando se está intentado construir algo nuevo.