(GEC)
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En un mes, exactamente, sabremos dos cosas: cómo estará conformado el nuevo Congreso y quienes pasarán a la segunda vuelta. Lo que hoy muestran las encuestas no necesariamente se mantendrá el 11 de abril. En las últimas tres elecciones, quienes encabezaban encuestas a cinco semanas de los comicios no fueron quienes ganaron la Presidencia. Lo que también queda claro es que la intención de voto, a cuatro semanas, es bajísima, incluso de quien encabeza (Lescano), que no pasa del 13%. Después viene el pelotón de 7% en un empate técnico en el segundo lugar: Forsyth, López Aliaga, Fujimori y Mendoza (encuesta Datum), con la salvedad que el candidato de Renovación Popular está al alza y las candidatas de FP y JP, y están estancadas. Hay un significativo 21% que no ha decidido su voto y es muy probable que lo haga una semana antes o en la cola de su local de sufragio. Así las cosas, nada está dicho aún.

Por otro lado, más allá de las condiciones de pandemia, hay una cultura política nacional sobre la democracia que sigue debilitándose. En el Resumen Ejecutivo del último Barómetro de las Américas, incluso antes de la plaga mundial del coronavirus, el apoyo en el Perú al sistema de libertades y contrapesos, como es la democracia, sigue disminuyendo. Aunque es la mayoría, solo el 66.3% cree que nuestro país es democrático, y en 2019 la tolerancia al cierre de Congreso aumentó 20 puntos porcentuales llegando al 58.9%, que no es un número menor.

Hoy en este proceso estamos entre opciones que representan una mirada populista en lo económico, que puede sonar bien en momentos de extrema crisis pero que sería el retroceso a décadas inflacionarias y estatistas representadas por una izquierda que no se moderniza y, en el otro lado, los afanes conservadores, paternalistas, irrespetuosos de las diferencias, exclusión de las minorías e ideologías retrógradas que intentan recortar los verdaderos derechos de las mujeres en un espacio de igualdad de condiciones, que representan las derechas recalcitrantes.