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Perú, un país de gente feliz

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El matrimonio igualitario se puede conseguir a través de dos vías, por una ley en el Congreso aprobando un proyecto o a través de un proceso judicial tomando el camino del llamado litigio estratégico. En España, Argentina y Uruguay, por ejemplo, se logró a través de una ley, pero en los EE.UU. el matrimonio igualitario se instaura a través de un largo proceso que concluyó en una decisión de la Corte Suprema.
El actual Congreso, salvo contadas excepciones, es un desastre. Creo que muchas personas comparten esa opinión. Por lo tanto, esperar la conquista de nuestros derechos a través de una ley es perder el tiempo. Por esa razón, con mi compañera que también es abogada tomamos la decisión de casarnos en los Estados Unidos y luego pedir la inscripción de nuestro matrimonio en el Perú. En el Reniec nos dijeron que no. Agotamos la vía administrativa y luego presentamos un proceso de amparo y hemos ganado la primera instancia. Esto significa que el Poder Judicial ordena al Reniec inscribir nuestra partida de matrimonio sin restricciones. Tenemos un largo camino todavía, pero mucha esperanza, ilusión y fuerzas.
La Declaración Universal de Derechos Humanos en su artículo 1 dice: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”. Asimismo, la Constitución Política del Perú dice en su artículo 1: “La defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del Estado”.
Lo que reclamamos como comunidad LTGBI es exactamente eso, que nos traten como iguales en dignidad y derechos, y así como pagamos nuestros impuestos, exigimos al Estado que reconozca nuestros derechos.
Pero más allá de la ley, a lo que aspiramos, mi compañera y yo, es a vivir en una sociedad donde la gente sea feliz, y hacer un país de gente feliz construyendo un país próspero.
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