[Opinión] Richard Arce: “El yerro de Gustavo Petro”. (Foto: DANIEL MUNOZ / AFP)
[Opinión] Richard Arce: “El yerro de Gustavo Petro”. (Foto: DANIEL MUNOZ / AFP)

La vida de Gustavo Petro, definitivamente, va a ser controversial, pero no por ello deja de ser interesante su experiencia de vida y el proceso que lo llevó, hoy, a ser el presidente colombiano.

Su vida está marcada por su militancia en el movimiento guerrillero M-19. Fue la primera etapa de su vida política y, por supuesto, se condena la decisión de tomar las armas para conquistar el poder.

Pero habría que entender también lo que ha vivido Colombia, desde el crimen de Jorge Eliécer Gaitán en 1948, que fue asesinado para evitar su triunfo electoral, lo cual provocó el movimiento popular conocido como el Bogotazo, con más de 3,000 muertos y fue el punto de inflexión que gestó la insurgencia guerrillera en Colombia. Eso marcaría con violencia toda la otra mitad del siglo XX y más.

Ahí se gestaron movimientos subversivos como las FARC y posteriormente el ELN y, por supuesto, el M-19, donde militó Petro. Las consecuencias son terribles. Más de 200,000 muertos y 5.3 millones de desplazados.

Nunca vamos avalar a un movimiento armado, menos generar mitos, porque me considero un demócrata y el poder se conquista con los votos. Pero también es importante diferenciar los movimientos guerrilleros de Colombia con Sendero Luminoso, obviamente individualizando sus responsabilidades y acciones criminales.

Dicho esto, es importante recordar que el M-19 llegó a un acuerdo de paz con el Estado colombiano el 9 de marzo de 1990, deponiendo las armas y negociando la paz con el gobierno de Virgilio Barco.

Petro fue parlamentario, además de alcalde de Bogotá en el 2012, destituido en el 2014 injustamente y tuvo que apelar a la Corte-IDH para su reposición, que se dio. Por eso trato de comprender que pretenda solidarizarse con Pedro Castillo, pero hay una grosera diferencia: Castillo fue un golpista y corrupto y estoy seguro de que Petro lo sabe. Pero ahí entramos al enmarañado mundo de la supuesta “solidaridad ideológica”, que nubla la mente. ¿Por qué no tiene la misma vehemencia con las dictaduras de Nicaragua, Venezuela o Cuba?