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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

El congresista Daniel Abugattas ha propuesto, ante la probada acción del espionaje chileno en nuestro suelo, reevaluar nuestra relación comercial; habla de "enfriar" el comercio, a modo de penalidad frente a un acto inamistoso e impropio de quienes mantienen una supuesta agenda común de desarrollo.

Sin entrar a los adjetivos y calificativos que sustentan la idea, nos parece un buen momento para revisar a quiénes beneficia y a quiénes perjudica el comercio internacional; léase, del traspaso de bienes y servicios por las fronteras de estos dos países.

A simple lectura, uno creería que al enfriar las relaciones comerciales estaríamos penalizando al gobierno chileno. Pero esto no es así. Primero, porque no es el actor principal en el comercio Perú-Chile; la única manera en que el gobierno chileno asumiría un costo, es si los empresarios de su país expresaran –en las urnas o de cualquier otra forma– su malestar ante las dificultades comerciales que pudieran enfrentar en el Perú. Para ello, las relaciones deberían pasar del frío al hielo. Y esto último, imaginamos, sería un exceso incluso para el congresista Abugattas. La idea es penalizarlos por un acto específico, no romper relaciones ad-infinitum.

Entonces, ¿quién se beneficia y quién se perjudica cuando se cortan relaciones? Los primeros serán los consumidores y empresarios en ambos lados de la frontera: los de Iquique no podrán acceder a servicios dentales en Tacna, los peruanos no podrán comprar en tiendas chilenas.

Los gobiernos de cada país podrán seguir haciendo política y acuerdos con otros países. Claro, alguno dirá que lo mismo podremos hacer los peruanos: comerciar con otros países. Es cierto, pero entre ambas naciones hay más US$18,000 millones en inversiones conjuntas. Podrán decir, ante ello, que más importante que el consumo o comercio es defender la Patria. Sin entrar a ese debate, podríamos señalar que, de igual manera, existen otras formas de enfatizar nuestro enojo sin perjudicar a nuestros consumidores y empresarios, y sobre todo a los compatriotas que viven allá. Definamos qué hacer como Estado, pero pensemos primero en el bienestar de todos los peruanos.