(Getty Images)
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El periodismo es una profesión apasionante pero en varias partes del mundo, ejercerlo puede ser muy peligroso. Siria y México son los países más mortíferos del planeta para los periodistas. El primero un país en guerra desde hace seis años, el segundo, vive flagelado por los tentáculos del narcotráfico. Entre los riesgos que viven los periodistas a nivel mundial están: agresiones físicas y verbales, hostigamiento judicial, amenaza de muerte, censura, riesgo legal, riesgo por desacato, entre otros.

Según un informe de “Reporteros sin Fronteras”, 65 periodistas fueron asesinados en el mundo en 2017, la cifra incluye a periodistas profesionales y a colaboradores de los medios de comunicación. La mayoría de ellos perdieron la vida cuando ejercían su trabajo informativo, la principal causa, llevaban a cabo un trabajo de investigación que afectaba los intereses de las autoridades políticas, religiosas, económicas o de grupos criminales.
La ONG advierte que en lo que va del 2018 cerca de 50 hombres de prensa fueron asesinados, en países como Afganistán, Irak, Siria y México. En Filipinas, la situación se ha tornado extrema, cuando en mayo de 2016, Rodrigo Duterte fue electo presidente y envió un mensaje directo a la prensa de su país: “Sólo porque seas periodista no significa que estés exento de ser asesinado, si eres un hijo de puta. La libertad de expresión no podrá hacer nada por vosotros, queridos”.

Siria continúa siendo, como en los últimos seis años, desde que se inició la guerra, el lugar más peligroso del mundo para los periodistas; pero en nuestra región es México, el país donde más reporteros han muerto. Allí se produjeron once asesinatos en el 2018, todos de manera intencional. Por ello, al igual que el año pasado, es la nación en paz más peligrosa del mundo para los hombres de prensa.

Desde el año 2000 más de 100 periodistas han sido asesinados, la mayor parte de los crímenes permanece impune, en este país, donde imperan los cárteles del narcotráfico. Los periodistas que tocan temas como el crimen organizado o la corrupción de los políticos, sufren casi de manera sistemática amenazas, agresiones y pueden ser ejecutados a sangre fría. El pasado 15 de mayo el asesinato de Javier Valdez Cárdenas, de 50 años, que colaboraba con la agencia internacional AFP, en la ciudad de Culiacán, en el estado de Sinaloa, provocó una ola de indignación.

En su último libro titulado “Narcoterrorismo”, sobre el trabajo de la prensa en medio del crimen y la denuncia, abordaba el calvario de los periodistas mexicanos que intentan informar sobre las acciones de estos grupos ultraviolentos, a pesar del peligro. Al igual que Javier, una decena de periodistas pagaron con su vida su trabajo informativo, en ciudades mexicanas donde impera la impunidad, que se explica por la corrupción generalizada, donde a veces, los miembros del gobierno están coludidos con los cárteles. Ante el inminente peligro muchos periodistas han optado por dejar su oficio, para ejercer otra profesión.

En marzo de 2018, el secuestro y posterior asesinato del periodista Javier Ortega, de 32 años, el fotógrafo Paúl Rivas, de 45, y el conductor Efraín Segarra, de 60, todos de nacionalidad ecuatoriana y trabajadores del diario El Comercio de Ecuador, conmocionó a toda la región. El crimen a manos del frente Oliver Sinisterra, una disidencia de las Farc, que acciona en una zona de la provincia de Esmeraldas, fronteriza con Colombia, fue condenado unánimemente por toda la sociedad civil.

En el mundo la libertad de prensa ha retrocedido. Los periodistas son censurados, detenidos, acosados, torturados o asesinados. La libre información se ha convertido en algo muy peligroso para los regímenes autoritarios. Es así que Informar es, en muchos países, una profesión de alto riesgo. La tendencia empeoró a nivel global como consecuencia de la llamada primavera árabe. Los regímenes como los de Egipto, Siria o Libia usaron la censura a la Internet y las redes sociales, que actuaron como herramienta fundamental, en aquella ola de reivindicaciones democráticas. En América Latina aparte de México, la situación ha empeorado en los últimos meses en Venezuela y Nicaragua donde la libertad de informar no existe.

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