El mundo sí que anda mal: un nacionalista despiadado e imperialista se está entronizando hoy como dictador perenne de China; otro de esos soberbios tiranos arcaicos ha llevado a Rusia a una guerra desastrosa; USA es gobernada por un anciano lerdo y un Partido Demócrata aún peor; Europa está paralizada por un conflicto bélico cercano y la falta de gas para este invierno; la torpísima nueva primera ministra del Reino Unido está por durar menos que un café en el cargo y se ha cargado encima la valiosa herencia thatcherista; Japón perdió por un asesinato demente al único líder de verdad que tenían; la India está entrando en una peligrosa dinámica político-religiosa; un delincuente como Lula está por volver al poder en Brasil; varios países latinoamericanos están gobernados por rojos inútiles y/o subnormales inescrupulosos (Perú, México, Argentina, Venezuela, Colombia, Chile, Cuba, Bolivia, Nicaragua, Honduras); el Papa jesuítico-peronista es todo menos un pastor sensato para su grey; el clima está cada vez más extremo entre huracanes, inundaciones, calor y sequías; la economía mundial se ha enfermado -por deudas y emisiones irresponsables- de una inflación a curar con una dolorosa recesión de caballo; la escena cultural está llegando a extremos delirantes contra el sentido común por una censura “políticamente correcta”, un suicida discurso racializado antioccidental y una demagogia sexualizada con los “LGTB-etc”, los “trans”, los “woke” y demás yerbas; un símbolo de la decadencia prematura de una nueva generación de tatuajes tribales o carcelarios, peinados espantosos, “música” horripilante, que lee nada, piensa poco y juega mucho es ver a dos chicas burguesas y educadas del Primer Mundo que son tan imbéciles de arrojarle sopa a un cuadro de Van Gogh. Y nuestro Perú regido por un delincuente ignorante, al que le votaron más de ocho millones de idiotas.
Lo único positivo es que la dictadura cubana y la autocracia religiosa medieval iraní están contra las cuerdas.