No es sorna ni ironía. En realidad, es rabia el título de esta columna, pero es importante expresarlo, porque uno siente impotencia ante la incapacidad y, sobre todo, la patanería de varios de los ministros de este gabinete presidido por Aníbal Torres, quién es uno de los conspicuos representantes de esta mediocridad.
Esta semana, en Apurímac, Torres ha llevado, una vez más, el conflicto social a una situación insostenible, faltando el respeto a las comunidades campesinas de Cotabambas, llegando 3 horas tarde a la convocatoria que él mismo hizo, habló unos minutos y salió huyendo de la responsabilidad, para lo cual viajó y movilizó recursos del Estado.
Además, con una actitud altanera que desdice mucho de él, más aún después de insinuar que lo secuestrarían y ufanarse de representar al pueblo. La respuesta no se hizo esperar, los comuneros se retiraron de la mesa de diálogo ni bien salió Torres, dejando en el aire a los ministros de la comitiva, sin llegar a ningún acuerdo y menos tener visos de solución a esta crisis en Las Bambas, por responsabilidad directa del Gobierno.
Otro escándalo ha sido conocer el despilfarro de dinero del Estado en los “famosos” Consejos de Ministros Descentralizados, que le cuestan millones al erario, solo para satisfacer los egos del presidente Castillo y el gabinete de ministros, que hacen un triste espectáculo proselitista, como si estuvieran en campaña.
La cereza de la torta ha sido que ni siquiera llevan el acta de estas reuniones. Por otro lado, estos consejos de ministros han sido abiertamente cuestionados por las autoridades locales, que además tienen que esmerarse en darles todas las atenciones al “buró político” del Ejecutivo.
La de ripley ha sido la entrevista al ministro Zea del MIDAGRI, que al parecer estaba beodo y con total desparpajo mostró su carácter autoritario y hasta gamonal, sin tener argumentos para justificar la remoción de un funcionario, aduciendo que lo hacía, porque le daba la gana.
¡No es broma, tenemos ministros de pacotilla!