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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Esta tradicional canción infantil podría ponerse nuevamente de moda: cada día vemos que uno o dos congresistas se apartan del partido de gobierno. Ni es coincidencia, ni es que repentinamente los congresistas hayan observado cambios intolerables que afectan su compromiso con el partido que los llevó al Parlamento.

Quienes (felizmente) abandonaron el gobierno en sus inicios al menos no se aprovecharon del poder que una posición en él les podía dar durante casi cinco años. Por discrepancias ideológicas o porque no obtuvieron el cargo al que aspiraban, se alejaron rápidamente.

Sin embargo, quienes abandonan el partido ahora, que el gobierno llega a su final con escasas posibilidades de captar votos, paradójicamente son los últimos y no "los primeros en abandonar el barco".

La pregunta obligada es: ¿qué tanto se conocían el presidente y los congresistas que llevó? ¿Cuánto conocía a sus vicepresidentes? Y, ya en el gobierno, ¿hacía equipo con ellos? ¿Se reunían periódicamente?, ¿compartían ideas?

Creo que a todos consta la respuesta negativa a esta última pregunta: la bancada de Gana Perú muchas veces asumió una posición contraria a la que tenían el jefe de gobierno o la presidenta del partido.

Hace poco, Felipe Ortiz de Zevallos, quien lidera Transparencia, presentó un proyecto de reforma del sistema electoral que claramente mejora procesos y fortalece la democracia. Medidas sencillas, como la elección de los congresistas entre primera y segunda vuelta o la eliminación del voto preferencial; estas apuntan al fortalecimiento de los partidos políticos y la democracia.

Sin embargo, y como era de esperar, los congresistas que llegaron gracias a las debilidades del sistema desaprobaron una ley que hubiese restado oportunidades de "repetir el plato" (o la curul).

Desafortunadamente, muchos congresistas actuales logran su objetivo, podemos perder cinco años más y convertir el ahora lustro, en década perdida.

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