Palacio quemado

“¿Cuánto más podrá resistir nuestra democracia, el Estado de derecho, el erario, la economía de los ciudadanos? Porque Castillo está llevando al límite su legitimidad como mandatario y ese “pueblo,” al que tanto alude, hace bastante rato que lo ha abandonado”.
"Y todo hace sospechar, además, que fue gracias a una maniobra dilatoria de los adláteres de Castillo que su cuñada, Yenifer Paredes, logró finalmente escabullirse, aunque en el transcurso de la tarde de ayer quizás se lo pensó mejor y decidió entregarse". (Foto: HUGO PEREZ / @PHOTO.GEC)

El martes 9 de agosto por la noche, por primera vez en la historia del Perú, agentes de la Policía y el Ministerio Público ingresaron a en una operación conjunta para detener a un integrante de la familia presidencial, bajo cargos de corrupción. Inédito, nunca antes visto, pero congruente con la situación y los hechos.

Y todo hace sospechar, además, que fue gracias a una maniobra dilatoria de los adláteres de Castillo que su cuñada, Yenifer Paredes, logró finalmente escabullirse, aunque en el transcurso de la tarde de ayer quizás se lo pensó mejor y decidió entregarse, a diferencia del sobrino Fray Vásquez, quien sigue con paradero desconocido y buscado por la Policía.

Parecía una escena de una película de ficción, pero era ni más ni menos que el mundo real, el Perú de hoy. Un presidente que acaba de ser abandonado por los embajadores que representaban al Perú en la OEA y en la ONU. Un presidente al que, luego de ser acusado de actos ilícitos por excolaboradores de su círculo íntimo, que se han entregado a la justicia, le descubren, cada día que pasa, nuevos nexos con delincuentes u organizaciones criminales encaramadas en distintos escalafones ministeriales.

Un presidente que, sabiéndose huérfano ya de los apoyos políticos que inicialmente lo sostuvieron en la silla de Pizarro, insiste en seguir minando la institucionalidad del país al empoderar a grupos de ronderos díscolos, dispuestos a salir a las calles y sembrar el caos. Cosa que en ciertas localidades andinas y amazónicas ya están logrando, a punta de abusos y actos violentos que quedan impunes.

¿Cuánto más podrá resistir nuestra democracia, el Estado de derecho, el erario, la economía de los ciudadanos? Porque Castillo está llevando al límite su legitimidad como mandatario y ese “pueblo,” al que tanto alude, hace bastante rato que lo ha abandonado, por mucha foto que se tome con dirigentes populares, campesinos o maestros.

Estamos ante un gobierno cercado por las consecuencias de sus propias decisiones y erráticas maniobras, a menudo antidemocráticas, cuando no abiertamente delictivas. El presidente debe dejarse de discursos huecos con que les echa la culpa al Congreso, a la prensa, a los “poderes fácticos” o al Poder Judicial del estrepitoso fracaso que es su gobierno, cuando él sabe que todo es, rotunda y exclusivamente, obra suya.

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