[OPINIÓN] Yesenia Álvarez: “El canibalismo simbólico y la prueba que les hace falta”. (Foto: EFE/Paolo Aguilar)
[OPINIÓN] Yesenia Álvarez: “El canibalismo simbólico y la prueba que les hace falta”. (Foto: EFE/Paolo Aguilar)

Esta semana la Asociación Familias Homoparentales Perú en alianza con Ipsos ha presentado un informe pionero en el Perú que evidencia la realidad y las barreras de acceso a derechos de las familias homoparentales y diversas del país. Estas familias son las conformadas por personas identificadas como LGBTIQ+, con y sin hijos.

El estudio muestra mucha información relevante que nos aproxima a comprender cómo el Estado les está fallando a peruanos y peruanas que merecen el mismo respeto y trato ante la ley que cualquier otra familia peruana tiene.

También es importante destacar la visibilidad que consigue este reporte para demostrar que existimos, que en este país vivimos y que nos corresponden los mismos derechos. Este informe se ha lanzado con la campaña “La prueba que les hace falta”, la cual consta de un video que muestra cómo niños hicieron dibujos de sus familias diversas cuando les pidieron que retrataran a sus familias y todos ellos imprimieron a sus dos mamás, sus dos papás, o a su madre o su padre, y hermanos según el caso, pero en todos los casos mostraron que eran parte de una familia. Y esto busca hacernos reflexionar sobre ¿qué clase de sociedad somos para decirle a estos niños que su familia no es familia?

Que empiecen a hacerse estos informes que visibilizan a estas familias es un destacable proceso de rehumanización frente a la deshumanización que han emprendido grupos antiderechos con poder en la política que se dedican a combatir la aceptación legal y social de estas familias.

El congresista Jorge Montoya ha salido a atacar la campaña y el reporte con unas palabras espantosas: “Estemos alertas, porque existen personas malvadas (que son la minoría) que pretenden distorsionar el verdadero significado de la familia. La naturaleza humana es única, deformarla o intentar cambiarla es ir en contra de ella y de la esencia de nuestra creación”.

Hay bastante para responder a este señor que con lo que dice representa al concepto de canibalismo simbólico del que habló el profesor Thomas Szasz y que la historiadora chilena Valentina Verbal lo explica como ese proceso discursivo que apunta a sacrificar a las minorías por el supuesto bien de las mayorías. Una forma por la que quieren deslegitimar moralmente a las personas LGBTIQ+ para imponer su orden moral de lo que personas como el congresista consideran como una vida buena. Nótese que Montoya las señala como minorías malvadas, y eso evidencia ese propósito de fabricar la idea de un grupo de personas peligroso al que hay que expulsar de su categoría de “normalidad”. Y de allí nace su lógica para negar derechos, discriminar, deshumanizar, lo que abre la puerta al odio y la violencia dirigida contra este grupo. ¿Entonces quién es realmente el malvado? Hay niños en estas familias y lo primero que se le ocurre al congresista es llamar malvadas a sus familias. Como explica el filósofo chileno Felipe Schwember, estas fabricaciones derogatorias explican la improbabilidad o lo difícil que es conseguir un cambio de opinión favorable a esta comunidad a partir únicamente de la refutación racional y aconseja que para poder romper el hechizo de tales descripciones derogatorias es preciso constatar aquí y ahora su falta de correspondencia con personas LGBTIQ+ de carne y hueso. Y ese es el gran logro de este primer reporte de familias de carne y hueso que viven en el Perú y que tienen hijos hermosos y amados a quienes deberían corresponderles los mismos derechos que a cualquier niño peruano. Este reporte es un paso que trae la prueba que hace falta para ayudar a romper el canibalismo simbólico de nuestra sociedad y de nuestros políticos.

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