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[OPINIÓN] Yesenia Álvarez: “Colaboren y no provoquen a los delincuentes”

“Ya deberíamos aprender que cuando los ministros o líderes a cargo de resolver un problema público le echan la culpa a los ciudadanos terminan siendo los peores en la gestión”.

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Así prácticamente dijo el ministro del Interior, Vicente Romero, en el Congreso. Si estábamos ya preocupados por la inseguridad deberíamos estar ahora alarmados luego de escuchar la perspectiva que tiene el ministro sobre este problema en el país. El titular del Interior acudió al Parlamento porque fue interpelado por la ineficiencia de su sector para abordar el problema de la inseguridad ciudadana y brindó una insólita declaración: “Todos estamos involucrados. La propia sociedad, desde cuando un transeúnte o un usuario en un vehículo deja una cartera o un celular a la vista de cualquier parroquiano, probablemente sea una provocación y puedan jalar eso, un celular, rompiendo la luna. Todos tenemos que colaborar con la seguridad ciudadana (sic)”.
Esto es muy grave, no solo por lo tóxico que resulta atribuir culpa a los ciudadanos de provocar a los delincuentes al salir a la calle y portar celulares y carteras, sino porque es una forma bastante perjudicial y mediocre de ver la problemática de la delincuencia de esa manera. Primero porque nos demuestra que no está identificando el problema y, en consecuencia, al no saber distinguirlo menos sabrá cómo resolverlo, y segundo porque hace patente su falta de idoneidad para el cargo. Para el ministro el problema de la inseguridad ciudadana es que los ciudadanos que salen a la calle con sus celulares y carteras no colaboran y más bien provocan a los delincuentes. Esta pobre afirmación nos alerta de que hoy, frente a la inseguridad ciudadana, no hay liderazgo, estrategia, capacidad, ni dirección alguna. Si bien es parte del problema en esta cartera estar cambiando a cada momento de ministro, mantener a alguien tan inoperante que no puede delimitar el problema agravará más nuestra situación frente a la delincuencia.
Ya deberíamos aprender que cuando los ministros o líderes a cargo de resolver un problema público le echan la culpa a los ciudadanos terminan siendo los peores en la gestión, como lo fue Martín Vizcarra cuando en sus discursos durante la pandemia culpaba a los ciudadanos de no cuidarse, de exponerse al virus y todo para cubrir su incompetencia, lo que nos llevó a ser uno de los peores países en gestionar la crisis de la pandemia.
Las respuestas de la ministra del Ambiente de bañarse con una tacita de agua ante el corte masivo de Sedapal o la del ministro de Economía de comer pollo saltado en lugar de cebiche ante el alto precio del limón son también una mala percepción del problema que los aleja de soluciones de fondo, pero aun así se quedan pequeñas comparadas con la tremenda insensatez que ha sostenido el ministro del Interior en un sector en el cual la seguridad, la tranquilidad y la integridad de los ciudadanos está de por medio. El mismo ministro en el Congreso ha reconocido que el crimen y la tasa de victimización aumentaron considerablemente, que hay carencias de recursos humanos y logísticos así como un desnivel entre efectivos policiales y el incremento poblacional, miles de unidades inoperativas, presupuesto insuficiente para mantenimiento de vehículos, entre otras deficiencias. Toda esta precariedad e ineficiencia que se ve en Interior necesita de liderazgo, norte, estrategia y una lectura y delimitación profesional del problema, algo de lo que carece el ministro. Los ministros, además de formación técnica y experiencia para el ejercicio de su función, deben conocer su cartera y las políticas públicas sectoriales. Si el ministro piensa que los ciudadanos son los que provocan la delincuencia, realmente tiene mucho que aprender de ese sector. Los ministros deben ser idóneos porque a un ministerio no se va recién a aprender. Pero no es solo él, todo viene desde arriba, la presidenta Boluarte ha demostrado tener poca capacidad para identificar problemas y también falta de reacción para dar prioridad y resolver. Por lo que si no es removido, ni tampoco renuncia, por el bien del país este ministro debería ser censurado.
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