"Dina Boluarte ha dado un mensaje para sobrevivir políticamente a corto plazo".  (Foto: Presidencia)
"Dina Boluarte ha dado un mensaje para sobrevivir políticamente a corto plazo". (Foto: Presidencia)

Según el artículo 118 de nuestra Constitución, corresponde a la presidenta de la República dirigir un mensaje anual al Congreso que contenga una exposición detallada de la situación del país. En teoría, un discurso extenso tendría que ser detallado y cumpliría con ese mandato constitucional, sin embargo, ha recibido muchas críticas por ser un discurso largo con muchos números, pero sin esencia y sin la capacidad de conectar con la ciudadanía.

Realmente, no se respiraba mucha esperanza o expectativas respecto de este primer mensaje, y con un discurso tan extenso hubiera aprovechado la oportunidad de plantear una orientación más clara, con sustancia sobre sus políticas o sobre la orientación de estas. En mi criterio le faltó una mirada y una explicación institucional de cómo va a implementar todas las promesas que está haciendo. Parece que supiera que ante la impopularidad que tiene cualquier cosa que diga igual la van a criticar y por eso apostó por lo que ha venido haciendo: sobrevivir políticamente. ¿Le alcanza? Ese es el punto. Está convencida que ir así a medias, sin tratar de hacer reformas profundas, le alcanzará para sobrevivir hasta 2026. Creo que con este discurso decide quedarse con los pleitos que ya tiene sin comprarse más pleitos y eso le da cierto oxígeno a corto plazo. Por eso, sin comprometerse con grandes luchas o transformaciones solo cumple con transmitir que técnicamente está trabajando y arroja cifras sin explicar las ideas que la inspiran, o la viabilidad de sus propuestas.

El delicado tema sobre los fallecidos en las protestas y que muchos anunciaban que iba a eludir finalmente lo afrontó pidiendo “perdón en nombre del Estado a los deudos de todos los fallecidos, civiles, policías y militares”. Lo criticarán de fingido, forzado, pero lo hizo. Aquí es relevante también que señaló su compromiso con que no haya impunidad y su cooperación con el trabajo del Ministerio Público. Y señaló que su gobierno cumplirá las recomendaciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, algo que debe haber molestado tanto a quienes quieren que nos salgamos del sistema interamericano como a quienes la acusan de asesina. Por supuesto, que del dicho al hecho hay mucho trecho y toca ver si en la práctica liderará que se activen los mecanismos del Estado de derecho y los estándares del derecho internacional para encontrar y sancionar a los responsables.

En cuanto a su compromiso con la orientación económica que seguirá su gobierno no fue muy clara, categórica y expresa. Hay que leer entre líneas por contraposición cuando señaló que ha heredado “un país cuasi paralizado por la actuación de un régimen contrario a la inversión privada”. A partir de allí tendríamos que leer que, por tanto, su compromiso es contrario a ese gobierno y que entiende a la inversión privada y a la confianza como relevantes para el crecimiento económico y el desarrollo.

Es evidente que puso su prioridad en dar un mensaje sobre la inseguridad ciudadana, la pobreza, la situación económica y la corrupción; y lo rescatable de su mensaje podría estar cuando habló de construir un “país sin odios que necesita resolver la parte afectiva porque está muy fragmentado”, pero no deja de ser irónico que no le haya dedicado ni una línea, ni profundidad para hablar de un Perú más inclusivo. Los derechos de las personas LGBTIQ+ fueron los ausentes en el “país sin odios” que quiere construir.

Dina Boluarte ha dado un mensaje para sobrevivir políticamente a corto plazo. Calmará por ahora algunos sectores, pero con la impopularidad que tiene si no comienza a cumplir esas promesas no le durará mucho. Mientras tanto, el país no está bien, pero al parecer estamos algo mejor que con Pedro Castillo y sus fuerzas corruptas, prosenderistas y saqueadoras del Estado. Feliz 28 de julio, a pesar de nuestro contexto político.