"La primera consecuencia de esta decisión del Congreso es que la conflictividad ha escalado a varias regiones del sur que, hasta antes de lo acontecido en Juliaca, ya estaban en relativa calma". (Foto: GEC)
"La primera consecuencia de esta decisión del Congreso es que la conflictividad ha escalado a varias regiones del sur que, hasta antes de lo acontecido en Juliaca, ya estaban en relativa calma". (Foto: GEC)

La cuestión de confianza otorgada al gabinete Otárola compromete al Congreso y lo vincula con los acontecimientos sucedidos en Juliaca que lamentablemente terminaron con civiles y un policía muerto.

Y esta afirmación se deduce desde la expresión de la ciudadanía que se moviliza en el sur, que está tomando este voto de confianza del Congreso como una traición y una complicidad del Legislativo con el gabinete Otárola, por lo cual el Ejecutivo arrastra el desprestigio parlamentario, sumado a los serios cuestionamientos por los resultados de la intervención de las fuerzas del orden en Juliaca.

La primera consecuencia de esta decisión del Congreso es que la conflictividad ha escalado a varias regiones del sur que, hasta antes de lo acontecido en Juliaca, ya estaban en relativa calma.

Ciudades como Abancay, Huamanga, Cusco y hasta Arequipa se mantenían con todas sus actividades plenas, comercios, movilidad local, carreteras despejadas y, sobre todo, se percibía que las protestas se habían terminado y ya no tenían la fuerza para retomar.

Para ayer, la situación cambió en ciudades como Cusco, donde ya no son piquetes de manifestantes, sino una multitud de personas que viene de provincias y comunidades y se manifiestan en las principales arterias de la ciudad. Inclusive intentaron bloquear el acceso al aeropuerto, generándose nuevamente escaramuzas y hasta enfrentamientos con la policía.

Al cierre de este artículo, tenía el reporte de una docena de heridos en Cusco, la mitad policías. Si seguimos así, esto va a ser insostenible para el gobierno de Dina Boluarte, con esta espiral de violencia que tiene que parar y que exige el diseño de estrategias disuasivas para evitar que esto siga escalando.

En consecuencia, no hay ninguna cuestión de confianza por más votos que tenga del Congreso. Al contrario, esto es una olla a presión a punto de ebullir y que en cualquier momento explota, y va a terminar arrastrando al gobierno y al Congreso al cadalso.