"En Israel el gobierno de Netanyahu estaba pasando por un momento crítico", sostiene Arce. (Foto de Abir Sultan / Pool / AFP)
"En Israel el gobierno de Netanyahu estaba pasando por un momento crítico", sostiene Arce. (Foto de Abir Sultan / Pool / AFP)

Las noticias que vienen de la Franja de Gaza son desoladoras, porque por cuarto día se intensifican los bombardeos y acciones militares de Israel —en respuesta al ataque terrorista de la milicia islámica Hamás, que controla el gobierno de este territorio palestino—, que la tiene sitiada y cercada por más de una década.

Los cables internacionales informan que Israel ha recuperado el control de la frontera y también ha detenido la filtración de milicianos de Hamás. El problema es que en el medio de estas operaciones militares se encuentra población civil, que está sufriendo los embates de los modernos aviones de combate de Israel que han empezado a bombardear indiscriminadamente los 200 objetivos militares que han anunciado; hay conjuntos habitacionales, centros educativos, mezquitas y hasta refugios de las Naciones Unidas que muestran imágenes desoladoras de la destrucción y las víctimas, niños y bebés asesinados por los bombardeos.

La posición beligerante de Israel se ha hecho manifiesta con las deplorables expresiones del ministro de Defensa, Yoav Galant, que comparó a la población de Gaza con animales y gente que no merece vivir, anunciando un bloqueo total de Gaza, que incluye cerrar el suministro de alimentos, agua, electricidad, Internet y combustible; afectando seriamente a la población gazatí. Esto va a generar una crisis humanitaria sin precedentes.

Deberían diferenciar las acciones contra Hamás del pueblo palestino, porque una vez más están cayendo en el juego de los extremistas que quieren violencia y guerra para solucionar el problema histórico del conflicto israelí-palestino.

En Israel el gobierno de Netanyahu estaba pasando por un momento crítico, con una caída de su aprobación por los serios cuestionamientos que tiene por casos de corrupción y por su intención de intervenir en el sistema de justicia, que le ha granjeado el rechazo y la pérdida de espacio político; además por su política exterior en relación con Palestina, en Cisjordania y en especial en la Franja de Gaza.

Así que esta coyuntura de espiral de violencia originada por Hamás es una oportunidad política para Netanyahu y así capitalizar y recuperar el espacio perdido, pero por la complejidad del conflicto es una irresponsabilidad, por el espiral de violencia que va a generar, de continuar con la política de colonización y la sistemática violación a los DD.HH., que ante la opinión pública pierde espacio y genera rechazo.

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