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[OPINIÓN] Richard Arce: “El perro muertero”

Entiendo que es parte del quehacer cotidiano de un empresario, ¿o será que así amasó fortuna?

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En nuestro país, si algo ha sido característico cuando se trata de honrar una deuda, es buscar cualquier sinrazón para no pagarla, y a este hecho se le llama, en el argot criollo, el perro muerto. Ahora resulta que el que no quiere pagar los 30 millones de dólares de un laudo arbitral perdido en un tribunal de Nueva York, por el caso de la Línea Amarilla, es el alcalde López Aliaga, aduciendo argumentos surrealistas como que detrás de la resolución arbitral estarían IDL, los caviares y el poder de Odebrecht para negarse a pagar cuando sabe bien que, si no lo hace, será el MEF quien pague la deuda, es decir, todos los peruanos.
En principio, sorprende que un supuesto empresario, dicen exitoso, no sepa que tiene que respetar las decisiones de los tribunales y en especial los referidos a asuntos contenciosos, porque, como empresario, habrá tenido que afrontar un sinfín de problemas de cobro de deudas o pago de acreencias. ¿Cuántas veces habrá recurrido a instancias arbitrales y judiciales para obtener el pago de deudas que tenían que cobrar sus empresas? Entiendo que es parte del quehacer cotidiano de un empresario, ¿o será que así amasó fortuna?
Lo segundo es que para justificarse repite la misma perorata de siempre, acusando a Susana Villarán como la única responsable de la corrupción en los peajes y la Línea Amarilla, cuando el contrato lo firmó Castañeda, teniendo de regidores al actual alcalde y a la congresista Yarrow. Los dos fueron entusiastas promotores de las inversiones de OAS, que entregaron la concesión a la corrupta OAS por 30 años, cuando ya había saltado el escándalo en Brasil y, además, se tenían informes contundentes que demostraban la rentabilidad de los peajes y no era necesario una concesión.
Con las proyecciones de más de 200 millones desde 2013, la propia municipalidad habría podido hacer las obras que hizo OAS sobrevalorándolas y embaucando con estos contratos leoninos. Hay la responsabilidad criminal de Susana Villarán, por ampliar en 10 años la concesión, pero Piñeiro de OAS confesó que pagó coimas a Villarán y Castañeda. ¿Por qué Porky se hace el tercio?
Y lo más importante es que los franceses de Vinci compraron la concesión con la anuencia de la 3° gestión de Castañeda, que ni siquiera hizo alguna oposición, sabiendo que Piñeiro de OAS estaba preso y aun así se llevó 1,430 millones de dólares. Entonces, ¿quiénes son los sinvergüenzas?