[OPINIÓN] Richard Arce: “Congresistas se dan la gran vida”. (Foto: Congreso de la República)
[OPINIÓN] Richard Arce: “Congresistas se dan la gran vida”. (Foto: Congreso de la República)

En el Congreso siguen sesionando en virtualidad, inclusive en las comisiones de trabajo donde se requiere indefectiblemente la presencialidad, porque es un espacio de interacción social por naturaleza, que requiere tener debates, réplicas y dúplicas, además de discusiones que permitan evaluar los proyectos de ley, mociones o cualquier requerimiento que haga un congresista.

Y sobre esta afirmación puedo dar testimonio como excongresista y desde la experiencia de haber participado activamente en las comisiones, donde tenía al frente una mayoría abrumadora y en minoría tenía que hacer malabares para exponer mis argumentos ante los atropellos que cometía el fujiaprismo, que se instaló con casi 80 congresistas en el periodo 2016-2019.

Ahora uno sigue por el canal del Congreso las sesiones de las comisiones con las salas vacías; supuestamente están participando desde la virtualidad, pero solo aparecen para la votación o para dejar prendidos sus micros y dejar escuchar algún exabrupto.

El Pleno del Congreso no es la excepción. Al contrario, ahí también brillan por su ausencia. Bajo el mismo modus operandi aparecen los parlamentarios esporádicamente para la votación cuando el tema es de su interés o quién sabe si es para una componenda. ¿Cómo podrían debatir y llegar a consensos si están ausentes? Además, reconociendo el nivel intelectual de la mayoría de los congresistas, es muy poco lo que podemos esperar en calidad del trabajo parlamentario.

Con estos antecedentes podemos entender cada despropósito que emprenden y por eso tienen muy poca oposición para refrendar leyes inconstitucionales, comisiones investigadoras para ajustar cuentas con adversarios políticos y hasta normas direccionadas para favorecer intereses particulares.

En todo el país ya la virtualidad se ha dejado de lado, salvo que se requiera por la naturaleza de la actividad o por impedimento del trabajador. En todo el sector público la presencialidad es obligatoria, pero en el Congreso siguen en virtualidad en desmedro de los intereses del país Así, seguirán despachando desde una playa o un centro de esparcimiento, total, solo importan los votos. En ese contexto, resulta inverosímil que pretendan imponer una ley que prohíba actividades domésticas en el teletrabajo durante horas laborables. Si tienen algo de escrúpulos, primero que obliguen a sus colegas congresistas a trabajar y a regresar a la presencialidad.

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