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[Opinión] Richard Arce: Aníbal, el terrible
Resulta revelador que el premier Aníbal Torres tenga bien identificado uno de los delitos que viene cometiendo al tener al hermano contratando con el Estado, sabiendo que por ley –como ministro y premier– está prohibido de hacerlo y eso incluye a los familiares del funcionario hasta el cuarto grado de consanguinidad y segundo grado de afinidad.
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Resulta revelador que el premier Aníbal Torres tenga bien identificado uno de los delitos que viene cometiendo al tener al hermano contratando con el Estado, sabiendo que por ley –como ministro y premier– está prohibido de hacerlo y eso incluye a los familiares del funcionario hasta el cuarto grado de consanguinidad y segundo grado de afinidad.
Ante los cuestionamientos de la prensa no se podía esperar otra desfachatez y frescura del prepotente, que ahora endilga a los peruanos la envidia como argumento para evadir su responsabilidad. Además, él sabe, como abogado, de los impedimentos que establece para contratar con el Estado la Ley Nº 30255 en su Art. 11.
La realidad es que Torres se siente blindado por un gobierno corrupto en el que la impunidad impera a todo nivel y la ley es letra muerta porque tienen licencia para zurrarse en las normas.
Por eso se entiende que haya salido con la espada desenvainada para arremeter contra el Ministerio Público, en una clara infracción constitucional al no respetar la institucionalidad de la Fiscalía que está constituida para perseguir el delito. Ha llegado al extremo de difamarla acusando de que el narcotráfico ha tomado un sector de la Fiscalía.
Antes lo hizo con la Procuraduría General del Estado, removiendo al procurador Soria por atreverse a defender al Estado de las denuncias de corrupción; ahora Torres está desbocado y ha hecho del Consejo de Ministros su chacra, dedicándose a insultar y denostar de cualquiera que se atreva a denunciar los actos de corrupción del gobierno.
Su objetivo es el coronel Colchado para destituirlo, tomándolo como una cuestión de Estado; lo lamentable es que probablemente lo logre.
Torres está suelto en plaza y es capaz de todo, por eso indigna más la concupiscencia del Congreso que, por su complacencia, por el miedo a la disolución del Parlamento, lo ha envalentonado y le da licencia de impunidad al admirador de Hitler.
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