Foto: AFP.
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El 13 de agosto se llevaron a cabo en la Argentina las elecciones primarias, las cuales han depurado el panorama electoral, circunscribiendo únicamente a tres los candidatos con posibilidades de llegar a la Casa Rosada: el economista liberal Javier Milei, del partido La Libertad Avanza; la exministra del gobierno de Mauricio Macri, Patricia Bullrich, de Juntos por el Cambio; y el candidato oficialista Sergio Massa, de la alianza peronista Unión por la Patria.

Creo que Javier Milei será el próximo presidente y, a pesar de no estar de acuerdo con su principal propuesta, que es la dolarización, creo que él es lo que más les conviene.

Patricia Bullrich ocupó la cartera del Interior y fue una buena ministra de un gobierno que, si bien llegó con la promesa de cambio, dejó un país con más inflación, más déficit fiscal y deuda del que recibió; persistió en el control de precios, en el cepo cambiario; y renunció a toda reforma significativa en el ámbito comercial, laboral o tributario.

Sergio Massa es el actual ministro de Economía de un gobierno con una inflación anual de más de 110%. El gobierno, al cual sirve Massa, recibió el dólar a 67 pesos y hoy está a 735; es decir, pulverizó el poder de compra de los sueldos argentinos.

Milei, quien hasta antes de ser diputado —a partir de 2021— nunca había sido funcionario ni vivió —a diferencia de sus contendores— por décadas de la política, es el único con un planteamiento claro, consistente y creíble respecto al programa de reformas y ajustes que debe emprender la Argentina (muchas de ellas similares a las que hizo con gran esfuerzo, pero con gran éxito, el Perú en la década de los 90) y que están referidas a tener un nivel de gasto público consistente con los ingresos fiscales, un régimen tributario que fomente la inversión, una reforma laboral que dinamice el empleo y una política comercial abierta al mundo que fomente las exportaciones y promueva el desarrollo de los sectores económicos en los que la Argentina tiene ventajas competitivas.

A diferencia del Perú, la Argentina fue un país del Primer Mundo. Desde finales del siglo XIX hasta los años 30 del siglo XX estuvo entre las 10 economías más prósperas; sin embargo, el populismo político y económico y el mercantilismo comercial (transversal a todos los gobiernos, de izquierda y derecha, democracias y dictaduras) han sumido al país del sur en una decadencia centenaria, haciéndola transitar desde el Primer Mundo hacia el subdesarrollo.

Por ejemplo, Chile, que en 1945 tenía un ingreso per cápita equivalente a la mitad del argentino, hoy lo supera en 25%. De igual modo, al terminar la Segunda Guerra Mundial, el PBI per cápita argentino era semejante al australiano; hoy este último lo quintuplica.

La Argentina tiene el potencial para volver a ser el país que alguna vez fue. Para ello, un golpe de timón es urgente y profundas reformas impostergables. El candidato díscolo, despeinado y gritón es el único que las propone con claridad y sin complejos.


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