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[OPINIÓN] Rafael Belaunde Llosa: “Por un puñado de dólares”

“Irónicamente, no fueron las fracasadas y trasnochadas ideas marxistas, leninistas, mariateguistas las que catalizaron el abrupto final de su corrupto e incompetente gobierno...”.

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Pocos días atrás, vía Justicia TV, pude ver la audiencia de apelación de Pedro Castillo sobre los 18 meses de prisión preventiva impuestos sobre él (y ratificados el jueves 29 último) como consecuencia de su efímero golpe de Estado.
Ante cámaras, observé a un desprolijo individuo que, con la dignidad y prestancia más propias de un “taita de penal” que de un expresidente de la República, vociferaba contra su reclusión y bosquejaba torpes argumentos que solo empeoraban su ya delicada situación judicial. A su lado, nada menos que su consejero legal, encarnado por un exrecluso por terrorismo y adherente al Movadef.
Pedro Castillo realizó una campaña electoral cargada de reclamos reivindicacionistas (muchos de ellos comprensibles, justos y hasta necesarios), así como de promesas radicales y demagógicas. Cerrar el Tribunal Constitucional, la Defensoría del Pueblo y el Congreso, convocar una Asamblea Constituyente, nacionalizar la explotación de los recursos naturales y medios de comunicación, entre otros, formaron parte de su afiebrada oferta electoral. Sin embargo, no fue nada de eso lo que signó su fatal destino (tampoco lo fue su absoluta desidia por atender los problemas urgentes del país o su completa ineptitud para gobernar).
Si bien en su último acto desesperado sí cerró el Congreso, intervino los poderes del Estado y convocó a una Asamblea Constituyente, esto lo hizo para escapar del cerco judicial al que entró acorralado por los lapidarios testimonios y delaciones de sus más cercanos colaboradores, en especial de Salatiel Marrufo.
El exfuncionario de Vivienda contó de manera detallada no solo las supuestas coimas y tropelías de Castillo, sino que reveló ante la opinión publica el estado generalizado de descomposición del gobierno, así como el robo desenfrenado de las arcas fiscales por parte del gobierno de Perú Libre y sus socios políticos. Un verdadero Estado cleptocrático inaugurado el día mismo de su juramentación y que se dedicó, a lo largo de sus 16 meses de gestión (con el aval de ministros, congresistas vendidos, embajadores políticos dedicados a argumentar coartadas y justificaciones en el exterior e intelectuales que vendieron su talento y dignidad por un efímero nombramiento), a depredar los recursos del Estado.
Irónicamente, no fueron las fracasadas y trasnochadas ideas marxistas, leninistas, mariateguistas las que catalizaron el abrupto final de su corrupto e incompetente gobierno, sino la voracidad desenfrenada por la acumulación del papel celulosa con la impresión del rostro de Benjamín Franklin.
Pudiendo tentar la gloria, decidió el oprobio… todo por un puñado de dólares.
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