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[OPINIÓN] Rafael Belaunde Llosa: Descarrilemos el tren

La extorsión, entonces, es un atentado, no solo a los recursos económicos que un emprendedor ha generado por su propio esfuerzo, sino que es un atentado contra la naturaleza, idiosincrasia y forma de vida misma.

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El crimen se ha salido de control. Lidiar con las mafias de la extorsión es parte del día a día de muchísimos peruanos. Ahora, a los criminales nacionales se suman las bandas extranjeras como el Tren de Aragua y Los Gallegos, quienes actúan con enorme temeridad, violencia y crueldad, extorsionando al mediano y pequeño empresario, al comerciante, al contratista de la construcción, al ambulante, entre otros.
Los peruanos -a diferencia de otros países de la región-, antes que empleados públicos o burócratas, buscamos ser emprendedores y generar nuestros propios ingresos. Tenemos un ímpetu emprendedor e innovador muy desarrollado. Desde el humilde ambulante hasta el gran empresario (salvo los viles mercantilistas), los peruanos somos emprendedores, trabajadores, creativos y recurseros, siempre adaptándonos al cambio, diferenciándonos y compitiendo. De esta manera y, por lo general, a pesar del Estado y no gracias a él, teniendo a la sagacidad, creatividad y trabajo como norte y guía, millones de peruanos hemos encontrado el soporte económico para nuestras familias.
La extorsión, entonces, es un atentado, no solo a los recursos económicos que un emprendedor ha generado por su propio esfuerzo, sino que es un atentado contra la naturaleza, idiosincrasia y forma de vida misma. Como sociedad no podemos aceptar ni tolerar que, por medio de la violencia e intimidación, bandas de lacras arrebaten el fruto de nuestro trabajo. Tenemos que actuar y hacerlo pronto con decisión y haciendo cumplir la ley en su extremo más severo. 
Para que esto sea posible, debemos actuar en varios frentes: en primer lugar, recuperar la calle. Esto, a través de la redistribución del personal policial para que más efectivos estén abocados a la seguridad ciudadana (se estima que, únicamente, 1/3 de la fuerza total lo está); contar con al menos 1 patrullero por cada 50 cuadras, para lo cual se deben tener al menos 2,000 patrulleros operativos en Lima solamente; aumentar el patrullaje motorizado en ese mismo espacio, así como más y mejores cámaras de seguridad, centros de monitoreo e iluminación nocturna de las calles. 
La participación de la sociedad civil organizada (asociaciones vecinales, asociación de comerciantes, ambulantes, etc.) es vital en la lucha contra los extorsionadores, no solo porque pueden actuar directamente contra ellos (habría que extender los principios de la legítima defensa), sino porque, a través de la población, la PNP puede obtener información e inteligencia para poder actuar preventivamente, desarticulando las bandas y actuar eficientemente.
Lidiamos con organizaciones criminales conformadas por remedos de seres humanos, que están dispuestos a matar con tal de apropiarse del fruto de nuestro trabajo. La acción decidida del Gobierno y la PNP es urgente, pero la primera línea de defensa está en la prevención y en la sociedad civil organizada. Es cierto, no podemos depender enteramente -esperando de brazos cruzados- que un gobierno malagua enfrente al Tren de Aragua.