Conchita le da una pitada a su cigarrillo con sus labios rojos. Por la ventana se puede ver la ciudad bañada de humedad.
─ A qué no sabes lo que me he enterado, Conchita─ dice la amiga para después embutirse una galletita de azúcar.
Ambas señoras pasan de los setenta años.
─ ¿Recuerdas que mi sobrina, la hija de Marita, está en el colegio Señora del Perpetuo Perdón?
─ El que está al frente del J. Club, ¿verdad, Margarita?
─ Ese mismo, Conchita. ─ Espera a que su amiga dé otra pitada a su cigarrillo─ Que pertenece a la Organización…
Ambas amigas se miran con un poco de vergüenza. La Organización ha estado bajo el escrutinio de la prensa por diversos escándalos.
─ No sé cómo Marita sigue matriculando a su hija en ese colegio.
─ Ya se lo he dicho, pero ella es muy creyente─ continua Margarita─ Resulta, Conchita, que mi sobrina tiene dos amiguitos de su promoción que son gays.
─ Bueno, pero no tiene nada de malo, Margarita…
─ Ya lo sé, Conchita─ se apresura a contestar la amiga─ resulta que los dos chicos se enamoraron y son parejita.
─ Seguramente se enamoraron en alguno de los retiros espirituales.
Ambas señoras se ríen.
─ Sí, ya sabes cómo son esos retiros religiosos…─ continua la amiga─ la cosa es que el colegio se enteró y se ha vuelto un escándalo.
─ ¿Y qué pasó?
─ La directora ha amenazado a los chicos, les ha exigido que les cuenten a sus padres la situación o si no el colegio mismo los llamaría para contarles. Los ha obligado a salir del clóset…
─ ¡Qué horror! ─ responde la señora Conchita─ Les están haciendo daño a los chicos. No pasaría eso si fueran una pareja convencional.
─ La directora es una mujer regordeta de mediana edad con cara de amargada, mi sobrina me mandó una foto de ella.
─ Vaya que sí tiene cara de amargada, Margarita.
─ Además, les exigió que vayan a confesarse con el cura…de la Organización.
─ ¡Qué tal cuajo el de estos curas! ─ exclama Conchita─ ¿no es la Organización la que tiene cientos de denuncias por abuso sexual?
─ Así es, Conchita ─ continua la amiga después de dar otro bocado a su galleta de azúcar ─ Su líder, el barbón que ellos creían santo, está corrido en el Vaticano y hasta hoy no afronta la justicia por abuso sexual de menores.
─ Todos hombrecitos, bien blanquitos y con dinero, hay que decirlo─ continua Conchita─ Los llevaban a la casa de playa para abusar de ellos en nombre de Cristo.
─ ¿No fue la Organización la que amenazó a los periodistas que investigaron los abusos?
─ Así es. La Organización está por todos lados, tiene mucho poder.
─ ¿Con qué cara viene uno de sus colegios a prohibir lo que ellos practican a escondidas y en contra de la voluntad de sus víctimas? ¿Con qué cara viene uno de sus colegios a prohibir el cariño de dos niños inocentes de dieciséis años?
─ Es que siempre los han preferido callados, sumisos y con miedo… ─ prosigue Conchita─ ¿Y qué harán los chicos?
─ Mi sobrina no me ha contado más detalles. Cuando me entere más cosas te cuento─ sigue Margarita ─ Ojalá sepan que la vida no es eso que les enseñan en el colegio. Ojalá sepan que no están solos. Hasta el papa quiere a los gays… pero estos religiosos son más papistas que el papa.
─ ¡Qué horror, Margarita! ¡En pleno 2022!
─ ¡Ay, amiguita! ¡Es que no solo mercurio vino retrógrado, Conchita!