“En dos respiradas terminé Violeta, de Isabel Allende. Muestra la vida desde una perspectiva femenina tierna y demoledora. La historia transcurre en México, pero mucho puede trasladarse al Perú”.
“En dos respiradas terminé Violeta, de Isabel Allende. Muestra la vida desde una perspectiva femenina tierna y demoledora. La historia transcurre en México, pero mucho puede trasladarse al Perú”.

La pandemia, con el mundo paralizado y la humanidad en cuarentena, me dio la mejor oportunidad de volver a leer, compulsivamente y por placer, como cuando de niña escapaba a toda supervisión y leía arrasando.

Mis lecturas ahora han sido variadas: desde la novela histórica que llena vacíos dejados por la aburrida enseñanza de fechas y nombres del colegio, hasta uno que otro libro técnico, obligado para estar al día con las teorías del comportamiento o cambios culturales.

Disfruté casi todos, pero en dos respiradas terminé Violeta, de Isabel Allende. Muestra la vida desde una perspectiva femenina tierna y demoledora. La historia transcurre en México, pero mucho puede trasladarse al Perú, donde, también nos crían en una especie de paganismo católico, en constante regateo con el cielo entre mandas, rosarios, velas y misas, adorando cruces y estatuas.

Violeta nace en 1920, durante la gripe española y muere en 2020, en pleno coronavirus. “Vaya, qué nombre tan elegante para un bicho tan maligno”. Así como conocemos los genocidios comunistas de Stalin o Mao, su historia, como otras de Allende, muestra cómo se parecen en crueldad a las dictaduras de derecha.

En medio de luchas idealistas por justicia, la novela termina centrándose en la violencia doméstica y vulnerabilidad de las mujeres. Aunque haya instituciones y leyes, las autoridades miran a otro lado: son ‘problemas domésticos’ que se convierten en niñas embarazadas por padres o padrastros, sin derecho al aborto; o en asesinatos porque al ‘mareado’ se le fue la mano.

En la novela hay una conclusión dura y realista: “No puedes cambiar al país ni menos al mundo, pero puedes ayudar a algunos”.

Marzo. El mes se presta a pensar en acciones para combatir el abuso contra la mujer. Nos quedó claro que, en esto (y mucho más) no podemos esperar nada de este Gobierno, salvo retroceder. Pero hay un gran espacio para los privados y ninguna excusa válida.


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