“Si cada persona organiza un grupo para “adoptar” una olla común, una escuela, el ala de un hospital, para dar a esos niños un juguete, vestido, sonrisa, esta Navidad habrá ayudado a llevar el loable y necesario objetivo comercial a algo más trascendente”.
“Si cada persona organiza un grupo para “adoptar” una olla común, una escuela, el ala de un hospital, para dar a esos niños un juguete, vestido, sonrisa, esta Navidad habrá ayudado a llevar el loable y necesario objetivo comercial a algo más trascendente”.

Dependiendo del lugar, luego de Halloween empieza con fuerza la campaña de Navidad, con anuncios que abarcan desde el panetón hasta juguetes o costosos perfumes.

Hace unas semanas, los niños de la olla común Dios es Amor se adelantaron, no con la lista a “Papá Noel”, sino con carteles pintados por ellos, para desear una feliz Navidad y pedir, desde una sonrisa, ropa “para ellos y sus amigos”, hasta una “table”. Soñar siempre es posible y para los niños puede ser difícil medir cuán lejos se puede estar de ese sueño.

Lenny nos cuenta que no tiene papás, pero quiere que esta Navidad sea motivo de alegría para él y su hermanito. En la tapa de una caja, una niña pequeña pide abrigos y frazadas. Ariana desea que los visitemos y Soledad pide solo una sonrisa. Wilma pide ropas y bendiciones, y Xiomara, Cristel, Juan, Alexsandra y Maycol solo piden regalos y una visita.

No tengo la lista de esta olla común ni de otras que intentan ayudarse en una época de crisis, desempleo e inflación. Los adultos apenas consiguen alimentos, pero los niños necesitan juguetes y regalos, no solo alimentos, salud y educación, pues están expuestos a la publicidad de lo que otros reciben, tienen y les sobra. Y, en su inocencia, lo piden también.

Si cada persona organiza un grupo para “adoptar” una olla común, una escuela, el ala de un hospital, para dar a esos niños un juguete, vestido, sonrisa, esta Navidad habrá ayudado a llevar el loable y necesario objetivo comercial a algo más trascendente. Solo se necesita un esfuerzo y mirar, no la Nochebuena repartiendo juguetes viejos en las esquinas, sino con un poco más de tiempo, intentando, en lo posible, llevar y obtener una sonrisa. Es un acto de caridad que otorgará mayor felicidad a quienes dan y a quienes reciben.

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