“La forma en que manejamos dice mucho de nosotros: la luz roja ‘deja pasar’ al menos dos autos más; bloqueamos el cruce que no podemos atravesar sin importar que impidamos que cruce el otro”. (Foto: GEC)
“La forma en que manejamos dice mucho de nosotros: la luz roja ‘deja pasar’ al menos dos autos más; bloqueamos el cruce que no podemos atravesar sin importar que impidamos que cruce el otro”. (Foto: GEC)

El Ministerio de Transportes y Comunicaciones ha emitido una norma según la cual se reducen los límites de velocidad de 60 a 50 km/h en avenidas, y de 40 a 30 km/h en calles y jirones. Con ello se busca reducir accidentes, complementando las medidas involuntarias que ya existían: avenidas congestionadas donde, a duras penas, se avanza a 20 km/h y donde el cartel que dice “Velocidad máxima 60 km” parece una burla hacia los conductores; calles llenas de huecos que impiden avanzar sin hacer maniobras para evitar caer en uno, o rompemuelles en cada esquina, confundiendo a quienes se aproximan pues ya no se sabe quién tiene derecho de paso.

Si bien es cierto que el exceso de velocidad es la principal causa de accidentes de tránsito, existe un ‘pequeño’ problema en esta reducción: a la mayoría de los conductores, o al menos a la mayoría que se dedica al transporte público, le importa un comino. No respetaban los límites anteriores y no hay nada que diga que vayan a respetar los nuevos. A diferencia de quienes conducen un vehículo particular, ellos no pagan las multas; dejan que estas se acumulen y luego, si hay intento de cobranza, adoptan una medida de fuerza contra quien pretenda tamaña barbaridad. Lo más probable es que sigamos viendo las carreras de ómnibus, microbuses y cústers tratando de ganar pasajeros y aumentarán los bocinazos contra quienes respeten los límites de velocidad. Y probablemente ninguno de ellos (o muy pocos) haya cumplido realmente con la revisión técnica. ¿Cómo se explica que un ómnibus echando humo negro circule pasando decenas de policías durante su ruta sin que ninguno se atreva a detenerlo?

La forma en que manejamos dice mucho de nosotros: la luz roja ‘deja pasar’ al menos dos autos más; bloqueamos el cruce que no podemos atravesar sin importar que impidamos que cruce el otro; los peatones que ven una línea cebra se quedan perplejos cuando un auto se detiene para cederles el paso. Las motos son otra historia: respeto a quienes se juegan la vida todos los días, haciendo delivery, pero la viabilidad de su negocio, la velocidad en la entrega termina obligándolos no solo a ir a velocidad, sino a zigzaguear entre los vehículos mayores para llegar a tiempo. Seguro que el 98% de ellos ignora que la moto debe ocupar exactamente el mismo carril que un auto, esperar al cambio de luz para avanzar y nunca pasar por un costado ni entre dos carriles. De todas maneras, tal vez anticipándose a la realidad, el examen para licencia de moto tiene circuito de slalom y una de las pruebas es hacer dos ‘ochos’ rodeando dos cilindros: exactamente aquello que está prohibido... en teoría.

TAGS RELACIONADOS