"Es imperativo que el gobierno trabaje de la mano con la industria energética, involucrando a todas las partes interesadas, para crear un ambiente propicio para el desarrollo del GN". (Foto: GEC)
"Es imperativo que el gobierno trabaje de la mano con la industria energética, involucrando a todas las partes interesadas, para crear un ambiente propicio para el desarrollo del GN". (Foto: GEC)

El mundo enfrenta un desafío crítico: ¿cómo equilibrar el crecimiento con el acceso a fuentes de energía confiables y la protección ambiental? En este contexto de transición energética, el Perú tiene una oportunidad con la exploración y explotación del (GN). Este recurso abundante en la zona de Camisea y en la cuenca de Talara no solo promueve el crecimiento, sino que puede allanar el camino hacia un futuro sostenible y confiable, al tiempo que atiende las barreras en el desarrollo energético del país.

El GN es la alternativa más limpia, amigable y respetuosa con el medio ambiente en comparación con los combustibles fósiles tradicionales. Su uso emite menos gases de efecto invernadero y reduce la contaminación. Al optar por el GN, el Perú puede avanzar a paso firme hacia la meta de reducir en 40% de las emisiones de gases de efecto invernadero a 2030 y apostar por un crecimiento bajo en carbono y resiliente al clima.

En segundo lugar, es un recurso que el Perú tiene, y la ventaja del gas proveniente del Lote 88 es que no está tan expuesto a las fluctuaciones de los mercados internacionales de energía, lo que reduce la exposición de nuestra balanza comercial. Esto asegura un uso eficiente de nuestros recursos al contar con una matriz energética más limpia, con autonomía y estabilidad en la generación de energía. El Perú es dependiente de las importaciones de diésel y GLP y, por ende, a la exposición de precios internacionales. Importar lo que no tenemos (GLP y diésel) y no promocionar ni consumir lo que tenemos de sobra (gas natural) ¡es un sinsentido! La seguridad energética es esencial para mantener un crecimiento sostenible y cada vez más verde.

Para aprovechar el potencial, debemos abordar barreras que frenan su desarrollo: en los últimos años, el número de proyectos y contratos en exploración ha sufrido una disminución crítica. Al cierre de 2022 no se concretó ningún proyecto exploratorio, se contó con una inversión de US$276 millones y solo seis contratos vigentes. En 2011 se concretaron siete proyectos con una inversión de US$1,842 millones y 62 contratos vigentes.

Es imperativo que el gobierno trabaje de la mano con la industria energética, involucrando a todas las partes interesadas, para crear un ambiente propicio para el desarrollo del GN. Se debe invertir en infraestructura para facilitar la distribución y el acceso a más mercados. Además, se deben establecer regulaciones claras y eficientes que promuevan la inversión privada en exploración y explotación. Un marco normativo sólido atraerá inversiones y fomentará la innovación en el sector energético.

Es por todo ello que Perú está en una encrucijada crítica: elegir el camino de la promoción del gas natural como motor de crecimiento sostenible y seguridad energética o desaprovechar este recurso y mantener la brecha de acceso a un servicio básico. El GN ofrece la oportunidad de impulsar la economía, reducir las emisiones y garantizar un futuro más sostenible. Aprovechemos para superar las barreras y desbloquear el potencial energético. No podemos seguir esperando el tiempo para actuar, ¡imperativamente es ahora!

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