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[Opinión] Mario Guerrero: “El fantasma de la recesión”
“Urgen políticas efectivas y visibles de prevención, principalmente para los sectores más vulnerables”.
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El gobierno declaró emergencia por riesgo inminente de fenómeno de El Niño global, lo que añade un factor más de incertidumbre a nuestra alicaída economía. En el pasado, los fenómenos de El Niño han provocado estragos en la economía, por el lado de menor actividad económica y por mayor inflación, principalmente de alimentos.
La salud económica de Perú ya viene deteriorada, afectada por choques como el ruido político de alta intensidad en 2021, el alza de los precios de los insumos internacionales y sequía —que retrasaron el inicio de la campaña agrícola— en 2022 y problemas en las cadenas de suministros —por bloqueos de vías tanto por conflictividad social como por factores climáticos— a los que se añadió el fenómeno de El Niño Costero —ciclón Yaku incluido—, y la epidemia del dengue en la primera mitad de 2022.
La economía peruana se destaca por su resiliencia, pero tantos choques terminan por debilitar hasta el más fuerte. Los datos reflejan que la actividad económica se dañó, profundizando la fase de desaceleración del ciclo económico conocida como recesión. En términos prácticos y como regla general, la recesión se define como una caída del PBI real desestacionalizado por dos trimestres consecutivos —la variación trimestral desestacionalizada significa que el resultado de un trimestre se compara contra el trimestre inmediato anterior— como muy bien explica Carlos Parodi en su columna en Perú21. Si vamos a los datos, esa métrica registró contracciones de -0.1% en el 4T22 y de -1.4% en el 1T23, lo que se ajusta a la definición “técnica” de recesión.
Una manera más amplia de analizar la recesión es no solo considerar el declive significativo del PBI real, sino que vaya acompañado de caídas en el ingreso real (poder de compra), el nivel de empleo, la producción industrial y el comercio a mayoristas y minoristas. Bajo esta métrica, se registran caídas en tres de cinco variables. Solo el nivel de empleo y el comercio se muestran resilientes, pero ya no aceleran, por lo que las alertas están encendidas.
Las probabilidades de aparición de un fenómeno de El Niño global para el verano de 2024 —que usualmente se manifiesta con lluvias en el norte y sequía en el sur— son elevadas (82%); y también de un Niño Costero (77%), por lo que urgen políticas efectivas y visibles de prevención, principalmente para sectores más vulnerables a estos eventos, como agricultura, pesca, turismo y comercio.
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