Los cuestionamientos a los integrantes de la Mesa sobre su idoneidad (intelectual y moral) solo alimentan la repulsa ciudadana; sin embargo, es lo que hay, señala el columnista. (Foto: GEC)
Los cuestionamientos a los integrantes de la Mesa sobre su idoneidad (intelectual y moral) solo alimentan la repulsa ciudadana; sin embargo, es lo que hay, señala el columnista. (Foto: GEC)

La cantada elección de una inusual y controvertida Mesa Directiva del Congreso (APP, FP, PL y Avanza País) motiva reacciones y comentarios de diverso calibre entre los políticos y los ciudadanos. Algunos están a favor, otros en contra, y muchos se muestran escépticos de esta “rara coalición” para el periodo 2023-2024. Los cuestionamientos a los integrantes de la Mesa sobre su idoneidad (intelectual y moral) solo alimentan la repulsa ciudadana; sin embargo, es lo que hay. La próxima vez, si los votantes quieren evitar sus arcadas, tendrán que darse un tiempo con responsabilidad y votar mejor.

Por ahora, debemos analizar si estas decisiones tienen un componente estratégico respecto de los actores, las circunstancias y el escenario. En el caso de los actores, si bien es cierto no son los mismos de julio de 2021, destaca la entrada en escena de Alberto Otárola, quien pese a que cada vez son más las voces que piden su salida, este actúa con gran eficiencia como gozne gubernamental con los demás actores políticos. Una muestra de esto, que además tiene relación con la nueva Mesa Directiva, es la designación como ministro de Salud de un apepista, el cajamarquino César Vázquez (de César Acuña). Al menos no tendremos una “revolución” violenta promovida desde las alturas políticas. Felizmente, son lejanos los días de los inefables Aníbal Torres y Betssy Chávez.

Las circunstancias también han cambiado. La “multitudinaria” ausencia de marchantes en la ‘Toma de Lima’ (19 y 22 de julio) sugiere un rechazo ciudadano a los radicales de izquierda y los progresistas cuya agenda no son las principales necesidades de la población (salud, economía popular o seguridad), sino, agendas políticas extrañas e inalcanzables como son los “socialismos” de todo pelaje. Respecto del escenario, las elecciones del defensor del Pueblo y la Mesa Directiva revelan que la correlación de fuerzas en el Congreso ha cambiado. Esto, indudablemente, beneficia a Dina Boluarte, alejando el fantasma de la vacancia. No había muchas opciones tampoco.

Al parecer, se ha optado por la filosofía de Sir Winston Churchill: “los enemigos de mis enemigos son mis amigos” (si no, veamos la bronca entre Verónika Mendoza y Cerrón), tanto para evitar que los progresistas terminen en la Mesa Directiva y “reediten” un “Sagasti II” (que se hizo de la Presidencia sin ninguna representatividad), como para darle algo de sosiego a una sociedad malhumorada y convaleciente del virus del COVID-19 y del desastre de gobierno de Pedro Castillo. Veremos si la “vigilancia política” entre los “disímiles” integrantes de la nueva Mesa Directiva, resultan en un escenario equilibrado y sin sobresaltos hasta 2026. El país demanda estabilidad y para eso les pide que cumplan con dialogar, encontrar una agenda común para el beneficio de todos. ¡Feliz 28! ¡Sí se puede!