Los peruanos que creímos haberlo visto todo en política, estuvimos muy equivocados. La conducta errática del presidente Castillo durante los 3 meses de mandato demuestra que se puede ser más torpe cuando impera la ignorancia, la incapacidad, el cinismo y las relaciones con el lumpen para dirigir los destinos de un país. El Perú jamás mereció tan poco.
El “nivel de incompetencia” o Principio de Peter (concepto acuñado por el pedagogo Laurence Johnston Peter) del mandatario se refleja con solo observar la seguidilla de hechos y actos con evidente compromiso penal, como el hecho de reunirse a hurtadillas con funcionarios del Estado y lobistas en ambientes fuera de la sede oficial de gobierno y que ganan licitaciones millonarias con solo diferencias de céntimos (con la agravante que ambos, ganador y perdedor, son de la misma empresa) y relativizar los sospechosos 20 mil dólares de su secretario personal, presuntamente producto de actos de corrupción.
Los aliados políticos y principales promotores de Pedro Castillo, constituidos por los comunistas de Sendero Luminoso (con el Movadef, Conare y Fenate), socialistas Bermejo y Cerrón, los progresistas de todo pelaje, así como sus socios internacionales, los nefastos Evo Morales y Nicolás Maduro, entre otros, deben estar desesperados y pálidos de la preocupación ante tanto yerro de su pupilo que, sí o sí, transitará por los caminos de la vacancia, y con ello, echar por tierra todo el “trabajo” que por años conspiraron para su ejecución: tomar el control del país y servir al socialismo del siglo XXI. El silencio cómplice frente a las graves circunstancias que vivimos de quienes deben tomar el toro por las astas, como son los procuradores, fiscales y jueces, es un acto infeliz que los peruanos de bien jamás olvidarán.
La crisis política se agudizaría en los próximos días cuando aquellos que apostaban por la “gobernabilidad” se den cuenta de que Castillo es indefendible y hayan descubierto que fueron utilizados para encubrir la corrupción que carcome al gobierno. Los votos por la vacancia se irán incrementando con la aparición de nuevas evidencias que, de seguro, fluirán por los pasillos de una prensa con sangre en el ojo por la pechada inaceptable del presidente en los días anteriores.
Por eso, los ciudadanos debemos continuar con nuestra gimnasia política, calentando los corazones de todos los que creemos en la libertad, y seguir marchando, impregnando las calles con nuestras huellas y voces, como muestra indeleble de la necesidad de un cambio radical de rumbo en lo moral, social, económico y político.
Los demócratas deberán alistarse para la post vacancia, y presentar una alternativa viable, valedera, decente, honesta y de consenso que en el mediano plazo se pueda, saque al Perú de la crisis política en la que está sumida desde hace un quinquenio, revertiendo el rumbo hacia un puerto más seguro que, en definitiva, no es el comunismo ni el socialismo del siglo XXI, sino la libertad y la democracia. Sí se puede.