[OPINIÓN] Jaime Bedoya: Entrevista a un panetón. (Midjourney/Perú21)
[OPINIÓN] Jaime Bedoya: Entrevista a un panetón. (Midjourney/Perú21)

El periodista siempre tiene que ir a las fuentes. Siendo directamente aludido por doña Keiko Fujimori en  en Trome, un panetón tuvo la gentileza de responder frontalmente a las inquietudes originadas por esta peculiar mención de las tres veces entusiasta candidata presidencial.

¿Cómo así un bizcocho acaba incursionando en la política?

Mire, le agradezco la pregunta. Si bien puedo ser considerado un personaje público, siempre he limitado mis actividades a mi ámbito natural: celebraciones navideñas, regalos a compatriotas fuera, ingestión culposa a altas horas de la noche y cosas por el estilo.

Mi vinculación con el acontecer político escapa a una decisión personal. La pregunta le compete, más bien, a la medianía de una clase política que me convoca tácitamente cada vez que se aproxima una elección. No me creo más de lo que soy, un panetón. Harta pasa, harta fruta.

La suya es una respuesta política común: “No quiero, pero si me lo piden…”.

Vea usted. He pasado por todo lo que pueda imaginarse. Me han comido con mantequilla, mermelada, Nutella. Me han engullido en aviones, en vehículos. He sido mordisqueado antes del sexo, después del sexo, durante el sexo… ¿Usted cree que alguna vez alguien me preguntó acerca de mis sentimientos o preferencias? No, señor. Estoy para servir ahí donde sea necesario.

¿Cuenta usted con una estructura partidaria que lo respalde?

Respondo con una pregunta: ¿la necesito? El 99% de los anteriores presidentes –que tenían partido, organización, local y logo– acabaron presos o investigados. Lo que hay que tener es integridad, que, en mi caso, es la levadura que sostiene mis migas.

No le debo nada a nadie, no tengo ni aportantes ni amigotes. Solo simpatizantes fieles que han sabido ponderar mis atributos.

¿Cuáles serían esos atributos?

Mi textura esponjosa y blanda, lugar de reposo para las tribulaciones que nos aquejan. Una estructura sólida pero amable, que no se desarma así me coman con la mano. Y una cocción a punto, en virtud de la combinación justa de harina, huevos y leche, ejemplo vivo de que el diálogo entre distintos no solo es posible, sino sabroso.

¿Considera que esos son atributos válidos para gobernar un país?

No lo sabremos hasta que lo probemos.

¿Se le ocurre con quién podría gobernar usted?

En nuestro país abunda la decencia. Solo que hay un natural recelo a participar en una actividad carcomida por la corrupción. Es hora de tener huevos, que en nuestro rubro es parte de nuestro ADN. Invito a que me acompañen al chancay, a la rosca de reyes, a la chapla, al petipán y a la karamanduka. Todos suman, nadie sobra, así sea pequeño.

Posiblemente usted le deba su carrera política a la señora Keiko Fujimori…

Mire, no acostumbro a expresarme de mis contrincantes políticos. Los respeto a todos, y a todos les deseo una pronta resolución de sus problemas judiciales pendientes.

Pero sí, le estoy profundamente agradecido a la señora Fujimori y a su resiliencia en lo que la adversidad electoral se refiere. Esa insistencia tenaz, que para otros podría ser terquedad ciega, para mí ha sido la luz al final del túnel que me hizo ver que tenía otra vida más allá de ser tratado como estacional objeto ingerible. Apenas un pedazo de masa.

A ella le debo el haberme convertido en una opción realista a la urgente necesidad de cohesión que este, nuestro país, reclama.

Dicho eso, sería ingrato de mi parte no agradecer en igual o mayor medida a esa legión de votantes que detesta a la señora Fujimori más que a la posibilidad de futuro y que, en nombre de esa fobia, vota por lo que sea. Con modestia y realismo, me asumo como un beneficiado por un trauma ajeno.

Imaginemos que la señora Fujimori lee esta entrevista, reflexiona y declina a una postulación futura. ¿Usted le ganaría a un candidato como el señor Hernando Guerra García?

Mi principal rival es la señora Keiko y el extremista de turno que aparecerá a último momento, hipnotizando de necedad a ese sector que ustedes ofensivamente llaman cojudignos. Oiga, una cosa es ser cojudo y otra es ser digno. ¡No lo mezclen, llamen a las cosas por su nombre!

Volviendo a su pregunta, para competir con el señor Guerra García creo que el candidato ideal, y a mi juicio muy superior, sería el Todinito.

La única variable que me preocupa sería una candidatura del señor Mark Vito Villanella. Esa sí sería una contienda de igual a igual en términos intelectuales y psicológicos.

¿Cuándo decidirá su candidatura?

Usted no me ha entendido. No depende de mí. Está en manos de la señora Fujimori, de los votantes que la odian, y del valiente que se atreva a ponerme como opción en una encuesta. Ese día se hará historia. O, como decimos en las panaderías, apaga y vámonos.