[Opinión] Jaime Aguirre Guarderas: El calzón y el calzoncillo inteligente

“En diez años, se estima que los diversos usos y aplicaciones de la ropa inteligente, llevará a que este mercado sea de US$ 1,500 millones”.
“En diez años, se estima que los diversos usos y aplicaciones de la ropa inteligente, llevará a que este mercado sea de US$ 1,500 millones”.

Seguramente que el título, a algunos de mis lectores, les abre la imaginación y desean ponérselo en la cabeza a ciertos personajes conocidos. Pero estas prendas no hacen pensar mejor. Déjenme contarles más detalles.

Hace más de veinte años, presencié cuando IBM mostraba uno de los desarrollos de su centro de investigación científica; cómo una persona, con un dispositivo adherido al cuerpo, le podía transmitir información a otra persona, que recibía y almacenaba dicha información, con un ligero contacto entre ellos.

Lo que se estaba mostrando en ese momento, es que el sistema nervioso actuaba como un circuito cableado con todo nuestro organismo y podía conectarse con dispositivos externos.

Luego de todo este tiempo, con los avances en la inteligencia artificial y el incremento de las potencias de los microprocesadores, inverso a sus tamaños, la empresa canadiense Myant Inc. produce material textil digital que, adherido al cuerpo, es capaz de leer y transmitir nuestra data corporal.

Myant ha desarrollado ropa interior inteligente, que con sensores biométricos, permite tener una vida más sana y prevenir afecciones. Al estar en contacto directo con nuestro cuerpo, estas prendas pueden tomarnos la temperatura, medirnos el ritmo cardíaco, la oxigenación de la sangre, los niveles de azúcar, la calidad del sueño, niveles de grasa y agua en el cuerpo, etc. Esta data es enviada a su sistema, donde se procesa la información y devuelve alertas o envía los resultados a sus centros de salud.

El uso de textiles inteligentes podría estar pasando de estos usos de lectura a ser interactivo con otros dispositivos (internet of things). Por ejemplo, en el uso de prendas deportivas, los atletas que tuvieran músculos en fatiga podrían recibir impulsos eléctricos que los reactiven; o ante las bajas temperaturas de nuestro cuerpo estas prendas podrían enviar señales a la calefacción del hogar, vehículo u oficina, para que estos eleven la temperatura; también podrían encargarse de que conductores con somnolencia sean despertados con una señal; o incluso que diabéticos que, sin tener que estar midiéndose sus niveles de azúcar, reciban la dosis adecuada de insulina, así como otros usos.

En diez años, se estima que los diversos usos y aplicaciones de la ropa inteligente, llevará a que este mercado sea de US$ 1,500 millones.

Si todavía quisieran ponérselo en la cabeza a algunos, sugiero dejarlos para donde están diseñados y cuando se les detecte pensando o actuando con irracionalidad, se les envíe un impulso que los lleve a enmendarse. ¿Ya eligió a quién ponérselo?


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