Literalmente, el crecimiento es una cuestión vital para millones de personas. (FotoDaniel Apuy/GEC)
Literalmente, el crecimiento es una cuestión vital para millones de personas. (FotoDaniel Apuy/GEC)

Los poco más de 16 meses que duró la desastrosa gestión de han dejado secuelas que deberán revertirse para evitar un mayor deterioro de la calidad de vida de los peruanos.

Entre lo más urgente está la recuperación de la calidad del capital humano en la administración pública, mediante un refuerzo de la meritocracia. Según el Consejo Privado Anticorrupción, durante el gobierno de Castillo más de 300 funcionarios fueron contratados o designados sin tener las capacidades adecuadas ni experiencia suficiente para el cargo. Además, en varios casos se observaron cuestionamientos legales y conflictos de intereses. El enrolamiento de este tipo de personas se verificó incluso al más alto nivel del Estado, como pudimos ver con la designación de varios ministros que tuvieron un pésimo y cuestionable desempeño. Las consecuencias políticas, sociales y económicas que derivaron de la mala gestión pública trajeron conflictividad e ineficiencia, lo que redujo el bienestar de todos, en particular de los más vulnerables.

La comunicación entre gobierno y ciudadanos es otro aspecto que deberá trabajarse a fondo. Luego de meses de discursos divisionistas, en los que se atacaba a otros poderes del Estado y medios de comunicación, y de retórica populista, las justas expectativas y demandas de amplios sectores de la sociedad fueron irresponsablemente infladas. La nueva administración deberá comunicar lo que la población debe saber y no lo que quiere escuchar, lo que implica un estilo de comunicación sin ofrecimientos populistas y que garantice una adecuada rendición de cuentas sobre las acciones que el Ejecutivo viene llevando a cabo para solucionar los problemas de la gente.

Finalmente, también es deseable que se implementen algunos avances en aspectos institucionales. Por ejemplo, un mínimo de reformas, de cara a las próximas elecciones, que ayuden a contener el riesgo de caer nuevamente en crisis políticas como las que hemos vivido en los últimos años.

Estos aspectos ayudarían a mejorar las perspectivas de crecimiento económico para Perú, las que actualmente se ubican alrededor de 2.5% para los próximos años. Este crecimiento es muy bajo y contrasta con lo que hemos logrado en años anteriores. Entre 2001 y 2019 (antes de la pandemia), el PBI creció a un promedio anual de casi 5.0%. En ese periodo, según cifras del Banco Mundial, la prevalencia de la desnutrición (como porcentaje de la población) cayó de 21.5% a 8.1%. Si esta tasa se hubiera mantenido, hoy aproximadamente 4.3 millones de más peruanos estarían enfrentando esta lamentable situación. Literalmente, el crecimiento es una cuestión vital para millones de personas. No hay tiempo que perder.

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Walter Gutiérrez

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