[OPINIÓN] Hugo Palma: Temas para gobernantes y gobernados. Hitler en el Perú

Por ideología, fanatismo y crueldad, Hitler produjo más de cincuenta millones de muertos y terrible destrucción. Y cuidado; fue elegido. Y no hubo más Presidencia, Parlamento, justicia, elecciones ni estupideces democráticas como derechos humanos y otros. Como tiene admiradores en nuestro país, conviene tener presentes algunas de las convicciones que le permitieron capturar el poder ilimitado. Guardando las proporciones, de una u otra manera, se dan también en América Latina. Su aplicación es adaptable a idiosincrasias, culturas, historias, niveles de desarrollo y educación y, naturalmente, a las circunstancias.

En el mundo de entreguerras, fueron dramáticas. Esa época horrenda de la historia no tendría que repetirse aquí, pero, como “el apetito viene comiendo”, es indispensable reflexionar sobre sus dichos y hechos. Advierto; no es tarea grata, pero esconder la cabeza en la arena nunca resolvió una crisis. Y menos cuando vivimos riesgos y peligros que quisimos creer que no se reproducirían. Pero también dijo: “Quizás la más grande y mejor lección de la historia es que nadie aprendió las lecciones de la historia”. ¿Nosotros? Dígalo usted, lector. Vamos a Hitler.

“Sobre la mentira. Si dice una gran mentira y la repite frecuentemente, será creída. Mientras más grande, mayor posibilidad de que sea creída. No importa la verdad, sino el poder.

La propaganda. Su uso emocional, hábil y sostenido hará que el pueblo vea su vida miserable como un paraíso. Toda propaganda debe acomodarse a la comprensión del menos inteligente, limitada a pocos puntos e insistir en eslóganes hasta que el último entienda lo que quiere el líder.

El pueblo. Qué suerte para los gobernantes que el pueblo no piensa. La receptividad de las masas es muy limitada, su inteligencia poca, pero su capacidad de olvidar enorme. La masa no sabe qué hacer con la libertad; se siente abandonada.

Los opositores. El odio dura más que el desagrado. El líder debe tener la habilidad de presentar a sus distintos oponentes como si fueran una sola categoría. Con humanidad y democracia nunca han sido liberados los pueblos.

La educación. La educación universal es el veneno más corrosivo y desintegrador que el liberalismo haya inventado para su propia destrucción.

La conducta del líder. El arte del liderazgo consiste en centrar la atención del pueblo contra “el adversario” y cuidar que nada la disperse. Cuanto más libre se mantiene el político de grandes ideas, tanto más fáciles, rápidos y visibles serán sus éxitos. Las mujeres más bellas pertenecen por derecho a los combatientes. El mundo no se ha hecho para los pueblos cobardes”.

Pero esas cosas no pasan aquí. ¿De verdad lo cree, lector?