(Foto: Jesús Saucedo/@photo.gec)
(Foto: Jesús Saucedo/@photo.gec)

Esta semana, dos informes deben sacudir la conciencia ciudadana en América Latina y alertar a sus políticos a no seguir jugando con las crisis que contribuyen a crear.

El primero, del Foro Económico Mundial WEF, trata de Riesgos Globales 2022. Segundo, el Centro de Estudios Universidad de Chile, del Riesgo Político en América Latina. Ambos exigen examen académico y político, y amplia difusión, por referir graves riesgos a países y personas. Podemos apenas consignar algunos.

Perú. Primer riesgo: el colapso del Estado. El Informe WEF lo refiere a conflicto interno, quebrantamiento del Estado de derecho, erosión de instituciones y golpe militar. Solo cinco países nos acompañan: Líbano y Túnez; y Venezuela, Honduras y Nicaragua. Siguen el estancamiento económico prolongado, crisis del empleo y sustento personal, daño humano al medio ambiente y proliferación de actividades económicas ilícitas. Súmense los impactos del COVID, la corrupción y terrorismo que siguen aquí, e interactuando.

Tal compañía, vergüenza para el Perú y antesala de Estado fallido, reclama urgente movilización de todo peruano. Pero es primerísima responsabilidad del Estado, instituciones y políticos en cargo o por elegirse, asumir la situación y empezar a corregirla ya.

El Informe Riesgo Político en América Latina incluye elementos como erosión democrática: el régimen puede no ser democrático si resuelve problemas; cambio climático y escasez hídrica; protestas sociales y violencia: crecientemente normalizadas; crisis migratorias: interiores y entre países; economías ilícitas: en todo sector y lugar; polarización política: erosión del centro; inversión extranjera: reducción casi generalizada; irrelevancia regional: creciente; delitos: imparables; y “auge de China” y rivalidad geoestratégica con Estados Unidos. Es mucho.

MIRA: [Opinión] Hugo Palma: ¿Para qué?

Se agravan las crisis de gobernabilidad y expectativas. Carencia de políticas serias, desastrosa infraestructura y pésima calidad de servicios públicos, fruto de improvisación, corrupción y populismo de autoridades de todo nivel afectan el bienestar personal, la productividad y el crecimiento económico. Las circunstancias y hasta gobiernos erosionan la cohesión social. La ansiedad de millones multiplica problemas de salud mental: falta de empatía, aislamiento, resentimiento, frustración, desconfianza y violencia. Hasta la juventud pierde ilusión y se resiste a asumir su tarea.

¿Las certeras informaciones y penosas evaluaciones de estos fundamentados informes las equiparan a autopsias en casos como el Perú? No necesariamente. Todos los países enfrentan grandes problemas y ninguno ha tenido completo éxito. Solo queda seguir luchando, pero conscientes de que hacer más de lo mismo solo seguirá produciendo más de lo que sufrimos.

Nada se hará con los actuales. Necesitamos cambios, no caos. Hay en el Perú muchos millares de personas con valores, sin prontuario, preparación profesional y experiencia pública y privada. Hoy deben asumir que, o participan en política o los que tenemos, con alguna excepción, seguirán robando patrimonios y destruyendo esperanzas. No lo deben permitir y los apoyaremos para que su actuación añada gratitud a su prestigio.

VIDEO RECOMENDADO

Comisión permanente analizará las denuncias constitucionales en contra de Daniel Salaverry