(Fotos: Archivo GEC)
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La polarización de la segunda vuelta hace que no se le dé el peso fundamental a cuánto se tiene que fortalecer el centro y la sensatez. La entropía es el grado de desorden molecular de un sistema y el Perú es lo más entrópico que hay: el único sistema que sobrevive es el despelote. Aventar el bebé con el agua sucia es la regla.

En una segunda vuelta, un voto hace la diferencia y todavía mucho puede pasar. En ambos casos el riesgo de conflicto entre poderes es inevitable. La calle va a estar movida y va a ser difícil construir y mantener consensos suficientes para poder avanzar. La polarización no termina en la segunda vuelta, empieza con nuevos bríos según los resultados que se obtengan.

El crecimiento económico mediante la inversión privada es indispensable para generar empleos formales que nuestros compatriotas perdieron por la pandemia, y eso solo ocurrirá si no hay incertidumbre sobre reglas fundamentales. La pobreza y desigualdad, aun cuando han mejorado significativamente, son inaceptables. Es indispensable reformar y fortalecer el Estado para que los funcionarios de cuatro niveles de gobierno (central, regional, provincial, distrital) tengan incentivos para preocuparse por gastar los tributos para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Eso implica reformas que no son fáciles de hacer. Y en el campo de la lucha contra la corrupción y la reforma judicial, se tiene que avanzar más y mejor.

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En lo económico, social e institucional, se requiere lograr consensos fundamentales, anclados en el centro político y la sociedad civil para forzar a los políticos a respetar lo avanzado. La proclama ciudadana promovida por Transparencia, la Comisión Episcopal Peruana, la Unión de Iglesias Cristianas Evangélicas del Perú y la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos me parece un paso relevante en la dirección correcta. Hay quienes plantean de uno y otro extremo que esta iniciativa le lava la cara al candidato que les preocupa más. Es claro que respetar la letra de dicho documento en serio obliga a ambos candidatos a retroceder respecto de propuestas y planes. Resulta muy relevante saber cómo se va a monitorear y qué se va a hacer si se incumple.

La polarización neoliberal/caviar agota y evita que se pueda discutir con precisión qué se debe y no cambiar, y cuándo salir a protestar. Urge un consenso de Huachinton para sobrevivir a lo que se viene, en escenarios que pueden volverse cruda realidad. La población siente que elige entre dos brebajes envenenados con miedo válido. Un dilema tan grave requiere claridad. Concentrar energías en pelearse por cuál es peor no ayuda. Haga su propia lista de efectos conocidos y desconocidos de cada brebaje y piense cómo se podrían neutralizar. No se pelee, escuche y converse. Mi conocimiento (teórico) de Pilates dice que toda la estabilidad depende de un centro fuerte desde muy adentro.

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