El Perú es un país donde campean las actividades informales e ilegales. Las informales las vemos con menos prejuicios e incluso muchas veces con romanticismo o las idealizamos, por ser actividades que permiten a mucha gente subsistir ante las dificultades de obtener un trabajo formal o de emprender un negocio cumpliendo las formalidades legales y normativas exigidas. La informalidad ha crecido enormemente en nuestro país, al punto que más del 70% del empleo es informal, así como un porcentaje importante de la actividad económica. Esto ha ocurrido porque no atacamos con seriedad sus causas y hemos sido blandos con ella porque consideramos que es el resultado directo de la maraña normativa impuesta por el Estado que hace muy difícil que las empresas actúen formalmente.

Pero las veces que hemos intentado formalizarlas simplificando requerimientos y reduciéndoles la carga fiscal hemos fracasado porque en el fondo estos emprendedores prefieren seguir operando tal cual, evitando cualquier tipo de norma laboral, de seguridad o tributaria porque saben que pueden eludir la fiscalización.

¿Los informales son ilegales? Para algunos ser informal no quiere decir ser ilegal. Ellos argumentan que la diferencia entre ambos es que los primeros realizan actividades lícitas y los segundos actividades ilícitas o delictivas, tales como: el contrabando, el tráfico de drogas, la minería y tala ilegal, la explotación de mano de obra infantil, entre otras sancionadas por el derecho penal. Obviamente, las actividades ilegales bajo esta definición son más nocivas que las informales, pero no por ello podemos concluir que los informales no son ilegales. ¿Incumplir las leyes y normas no te convierte en ilegal? ¿Ilegales son solo las actividades ilícitas o también todas aquellas que se realizan al margen de la ley?

Como sociedad hemos sido muy permisivos con la informalidad y esto nos está pasando factura. Mientras antes reconozcamos que tanto las actividades informales lícitas como las ilícitas son muy nocivas, más rápido podremos liberarnos de estas “mochilas” que nos impiden desarrollarnos. La informalidad impacta negativamente el crecimiento económico al afectar la productividad de las empresas y trabajadores, no contribuye a la recaudación fiscal al no pagar impuestos, y sus trabajadores reciben bajos salarios y carecen de beneficios laborales o seguridad social, inhibiéndolos de reclamar mejores autoridades y servicios públicos, ya que son conscientes de que no contribuyen a su financiamiento; induciendo a un peor Estado y a menor cobertura y calidad de servicios públicos.

Para reducir la informalidad debemos trabajar en varios frentes: promover más inversión para generar así un mayor número de empleos formales, mejorar la educación para aumentar la productividad de los que se integran a la fuerza laboral, reducir la tramitología para facilitar la formalización y actuar con mayor autoridad para desincentivarla. Tremenda tarea. Ayudaría si empezamos a aceptar el vínculo entre la informalidad y la ilegalidad.

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