[OPINIÓN] Çésar Luna Victoria: “Tiempos malos, pronósticos peores”. (Midjourney/Perú21)
[OPINIÓN] Çésar Luna Victoria: “Tiempos malos, pronósticos peores”. (Midjourney/Perú21)

Al amanecer, vientos desde el sur, neblina, poca visibilidad. Se viene la ‘Toma de Lima’. Las protestas se organizan desde Puno, Ayacucho, Cusco y alrededores del sur. No sé si vendrán muchos manifestantes, haciendo sacrificios o con todos los gastos pagados, o si tendrán éxito o no. Más preocupan estos datos. Uno: Puno y Ayacucho concentran a los muertos de las últimas protestas, con informes internacionales sobre violación de derechos humanos y con más del 80% de la población que lo cree. Dos: hasta hace poco el sur era irrelevante electoralmente. Lima (35%) y el norte (25%) imponían al ganador, pero ahora andamos divididos y, en ese empate, el sur (20%) define. Eso ha pasado con los tres últimos presidentes. Tres: en el sur está la mitad de la producción minera del país. El precio de los minerales ha subido una barbaridad y la minería en 2022 ha aportado 6.5 miles de millones de soles de canon para obras locales. Cuatro: el reclamo no es económico, sino político. El 80% desaprueba a la presidenta, en el sur es el 87%. Piden que se vaya, que adelante elecciones. ¿Cómo estamos tratando este conflicto? Por el momento, como en las barras bravas: Dina asesina o Vilma terruca. Sin diálogo y sin entendernos, seguiremos entrampados.

Al atardecer, despelote de lluvias y sequías, sigue la neblina, poca visibilidad. Se viene El Niño global y sus desgracias. En el norte lloverá como en diluvio. Rezamos para que sea después de la cosecha de la fruta de exportación. Los ríos se desbordarán por donde siempre. Las casas se inundarán o se las llevarán los huaicos. En el sur no lloverá, los cultivos se perderán por las heladas y los ganados morirán de hambre por falta de pastos. Más dengue en el norte, más enfermedades pulmonares en el sur. Las gentes perderán sus cositas y, de acuerdo con antecedentes, las esperanzas también. Mire usted. Uno: terremoto en 2007 y Pisco fue olvidado por mucho tiempo. Dos: Niño Costero en 2017 y la Reconstrucción con Cambios hasta ahora no despega. Tres: COVID 2020 y rompimos récord de muertos. Cuatro: ciclón Yaku en 2023, ni un gesto acertado, resucitó el dengue. Hay plata para hacer obras y para prepararnos, lo que no tenemos es tiempo ni capacidad. ¿Cómo estamos enfrentando el problema? Pues discutiendo qué región o municipio se va a encargar de una obra que, seguro, no hará a tiempo, quizá paralizada por corrupción. Estamos en emergencia: se hace necesario un pacto nacional para superar competencias locales y pedir apoyo a gestión extranjera (contratos gobierno a gobierno) o a la empresa privada (obras por impuestos o en asociaciones público-privadas).

Al día siguiente, se fue la neblina, pero el polvo en el horizonte tampoco deja ver. ¿Qué país somos? Uno: estadísticamente tenemos pobreza al 27.5% y vulnerables al 32.5%, esto es, 60% en condiciones precarias, la cifra es de 80% en el mundo rural. La FAO ha diagnosticado que 16.6 millones de peruanos no tienen seguridad alimentaria, con riesgo de mala nutrición y hambre. Dos: tenemos 1.3 millones mayores a 15 años que son analfabetos totales; el 20% de los jóvenes no concluye secundaria; estudiar en el Perú cuesta el doble del promedio en Latinoamérica, por lo que es usual que los jóvenes trabajen mientras estudian; al final, no hacen bien ni lo uno ni lo otro. Esa es la potencia que tenemos para nuestro futuro. Tres: la minería representa el 63% de nuestras exportaciones y, con el gas, aportan casi el 90% del canon que va a regiones y municipios. Pero prosperan conflictos sociales y ambientales. Si no se resuelven, no habrá minería. Cuatro: el 80% de la población tiene empleos precarios en el mundo informal, sin beneficios sociales, sin pensiones; mientras tanto, gana terreno la economía criminal, debe andar por el 6% del PBI. Nada nuevo, verdad. ¿Cómo estamos enfrentando el problema? Pues ni siquiera lo estamos discutiendo. Entre más mercado o más Estado, la solución parece estar en el centro. Pero la gente ya no cree. Recuperar la confianza debería ser lo primero. Y eso no se logra a las patadas.

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