"Hay una fascinación por burlar la ley. Quizá nació como una resistencia de los nativos contra la Conquista".
"Hay una fascinación por burlar la ley. Quizá nació como una resistencia de los nativos contra la Conquista".

Peter Raid, Peter Beardsley, Kenny Sanson, Terry Butcher, Terry Fenwick, Glenn Hoddle y Peter Shilton, en ese orden, fueron gambeteados por Maradona para el segundo gol con que Argentina ganó a Inglaterra en el mundial México 86. Fue una carrera de 52 metros, en 44 pasos, con 12 toques a la pelota, todos con la izquierda, en 10 segundos y 6 décimas; fue el Gol del Siglo. Cuatro minutos antes, Maradona había metido el gol de la mano de Dios. Hernán Casiari lo contó y sentenció: “En el reglamento del fútbol esa acción está vedada, pero en las reglas de otro juego, más inhumano que el fútbol, se había hecho justicia”. Hacía cuatro años que Argentina había perdido la guerra de Las Malvinas. Ese gol ilícito vengaba la derrota y la hacía más humillante porque, siendo fraudulento, lo celebró todo el mundo. Nosotros también tuvimos nuestro golcito con la mano. Raúl Ruidíaz se lo hizo a Brasil, en la Copa América 2016, pero no vengaba nada, ni sirvió mucho, fuimos eliminados en la etapa siguiente.

“Una loba como yo no está para tipos como tú (…) yo contigo ya no regreso, ni que me llores, ni que me supliques”. En la canción del despecho contra Piqué, Shakira cuenta que la dejan con la deuda en Hacienda, los impuestos a las ganancias de sus giras internacionales, que no pagaba en España bajo el argumento de que no residía allí sino en Bahamas. Pero la Sunat española, con las fotos y notas que dejaba en Facebook, demostró que Shakira pasaba más de la mitad del año en España y que, por esa razón, debía impuestos a España, aunque hubiese formalmente fijado domicilio en otro lugar. Shakira y sus asesores lo sabían, pero ocultaron esa realidad con documentos oficiales, lo que allá y aquí se llama Fraude a la Ley. No pensaron que las redes desnudarían la verdad. Shakira salvó la cárcel pagando lo que debía más multas millonarias. Pero sigue de moda, dicen que, para consuelo, Tom Cruise le ha regalado un anillo de diamantes.

Hay una fascinación por burlar la ley. Quizá nació como una resistencia de los nativos contra la Conquista, pero fueron los mismos españoles quienes, en los atajos para hacer fortuna, enseñaron a incumplirla, creyéndose inmunes porque el rey estaba lejos y la autoridad local era débil, o cómplice y corrupta. Así prosperó esta cultura de que la ley se acata, pero no se cumple. Es una relación perversa, moralmente ambivalente, que no llega a condenar la transgresión de la ley y que a veces la celebra. En nuestra Lima, la cultura chicha es la versión pobre de la transgresión. Los migrantes andinos no se adaptaron a la cultura de la élite occidental porque esta los marginó. Por eso sobrevivieron creando otra cultura, imponiendo sus colores fosforescentes, su tecnocumbia, sus polladas y sus fiestas patronales, lejos del refinamiento occidental. La versión económica es la del emprendedor y su ícono es la combi. La informalidad es una nueva palabra para la transgresión, pero también para la sobrevivencia.

Lima también creció así. Primero aparecieron las barriadas, como un cinturón de pobreza que la rodeaba. Luego crecieron, se les llamó pueblos jóvenes y hoy son la ciudad misma. Para tener una vivienda se invade, no hay sanción, luego el Estado subsana y titula. Pero la autoridad tampoco ayuda, cree que teniendo poder legítimo es suficiente para dictar leyes y se olvida del consenso, de la utilidad y provecho para las mayorías, que es donde reside su legitimidad. Carlos Ezeta le tiró una trompada al congresista Ricardo Burga por la vacancia de Vizcarra; un barrista del Alianza roba la moto de un policía de tránsito; delitos que van entre 3 y 12 años de cárcel, pero fueron héroes para la afición. El mismo Vizcarra, pillado en una transgresión sentimental, hizo de su Bebito Fiu Fiu una marca que es la que hoy le da sobrevivencia política. No es poca cosa. Tenemos un problema serio con la ley y debemos empezar a construir un nuevo paradigma: la ley se respeta; pero antes habrá que dar leyes para que la gente sobreviva dentro y no fuera.

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