[OPINIÓN] César Luna Victoria: “A ver si en creole nos entendemos”. (Midjourney/Perú21)
[OPINIÓN] César Luna Victoria: “A ver si en creole nos entendemos”. (Midjourney/Perú21)

Haití tiene dos puertos. Uno es Puerto Labadie, un paraíso de playas caribeñas, de arena blanca y mar azul, a las que solo puedes llegar en cruceros de lujo. El otro es Puerto Príncipe, la capital, en la que, por estos días, se acumulan muertos por choques entre bandas criminales. Haití no tiene gobierno, ni siquiera para guardar las apariencias. ¿Cómo así? Haití fue el primer país de América Latina que logró su independencia y fue la primera república negra. Sin embargo, allí puede estar la causa de su desgracia. Primero España (1492) y luego Francia (1652) lo colonizan por sus tierras fértiles para la caña de azúcar, el café y el tabaco. Pronto su población nativa se extinguió por gripes y viruelas, y tuvieron que importar esclavos de África. Cuando Francia se dio su propia libertad por revolución (1789), Haití la imitó (1804), pero su victoria fue más bien simbólica: su bandera sería la francesa, pero solo de azul y rojo, sin el blanco, porque siendo negros les recordaba la esclavitud. Francia fue más práctica; les vendió la libertad por 150 millones de francos de oro, unos 121 mil millones de dólares al tipo de cambio con intereses y ajustes, una suerte de indemnización por haber perdido esclavos y tierras. Esa deuda consumió los excedentes de Haití hasta 1947. Paralelamente, para que no prospere el ejemplo de esclavos liberándose, Francia impuso un bloqueo comercial que solo fue eliminado cuando las exportaciones volvieron a ser controladas por empresas europeas.

Haití cambió su esclavitud física por la económica y les ha costado ser el país más pobre de América Latina, con un valor comercial que es la décima parte de la de sus vecinos, el 40% sobrevive por una agricultura de subsistencia y el 70% no tiene empleo. Es tan débil que no puede afrontar desgracias y eso las multiplica: un terremoto de grado 7 le hizo perder el 120% de su PBI (2010) y un huracán categoría 4 el 32% (2016). Pero la economía no lo explica todo. Durante 30 años sufrió la dictadura de los Duvalier (1957 – 1986) y los gobiernos posteriores duraron apenas 20 meses en promedio. El último presidente llevaba el récord de cuatro años, pero cambiaba de primer ministro cada semestre y fue asesinado (Jovenel Moïse, 2021). Lo sucede su último primer ministro (Ariel Henry), quien renunció la semana pasada porque las pandillas criminales no lo dejaban gobernar. Su líder es Jimmy Chérizer, alias “Barbacoa”, porque, dicen, le gusta asesinar a sus adversarios a fuego lento. Amenaza con matar a quien se le ocurra nombrar gobierno y anuncia genocidio si las Naciones Unidas envían misiones militares.

El Perú está lejos de ser Haití, pero tenemos un ADN que compartimos peligrosamente: las bandas criminales van teniendo éxito, no por su potencia de fuego, sino porque, en ausencia de Estado, generan empleo y alivian pobreza. Si aquí el Congreso ha eliminado las exigencias para la regularización de la minería informal, es porque sabe que cada vez más gente vive de ella y votan por populismo y no por responsabilidad. La tarea de recuperar Estado no se logra con fuerza, sino con calidad de los servicios públicos (política) y empleo (economía). Pero vamos mal: en el índice de gobernanza del Banco Mundial nos jalan con 08, mientras Chile logra 14. El Fondo por la Paz (FFP) alerta que estamos en camino a ser un país frágil y The Economist nos llama país híbrido, en camino de ser un país fallido. Así nos ven: durante 25 años fuimos el segundo mejor país de América Latina en crecimiento y reducción de pobreza (1990-2015). Sin embargo, en los últimos años la economía y la política cayeron. Nos advierten que debemos reducir desigualdades (economía) y lograr cohesión social (política); de lo contrario, no podremos controlar la siguiente conmoción social; entonces, sobrevendrá el caos (Reporte FFP 2023). Hemos perdido mucho, queda algo, pero ya no es suficiente. Que en la siguiente evaluación nos encontremos recuperados, con mayor economía y mejor gobierno, como nos imaginamos, más cerca de los primeros y más lejos de los últimos.

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