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[OPINIÓN] Carlos Parodi: “Economía peruana hoy y proyecciones”
“Cualquier economía para crecer depende de las decisiones que tomen los inversionistas y las personas naturales”.
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En la última semana, el MEF publicó el marco macroeconómico multianual 2024-27 y el BCR el informe al segundo trimestre de 2023. Las noticias no me parecen alentadoras.
1) La inversión privada cayó durante cuatro trimestres seguidos; dado que representa 80% de la inversión total en el Perú, no sorprende la caída de la producción (PBI). El MEF proyecta una caída de 4.5% de la inversión privada en 2023.
2) El PBI cayó 0.45% en el primer semestre de 2023. La economía peruana se encuentra en recesión. No sorprende, dada la caída de la inversión. El MEF proyecta un crecimiento de 1.1% del PBI para este 2023, muy lejos del 4% que se requiere para crear empleo y reducir la pobreza.
La pregunta es ¿por qué? Si bien es cierto que no hay una única respuesta, sabemos que una de las variables que condicionan el futuro de una economía son las expectativas, definidas como las creencias que las personas hacemos respecto de cómo se comportará la economía y el entorno en general tanto en el futuro cercano como en el mediano plazo. Cualquier decisión económica se basa en las expectativas. Como ejemplos, podemos pensar en lo que creemos que ocurrirá con el tipo de cambio, la tasa de interés, el contexto político, etc.
3) El MEF sostiene que, en la caída del PBI del primer semestre, fueron claves eventos como la conflictividad social, choques climatológicos adversos como el ciclón Yaku, el fenómeno de El Niño y condiciones externas menos favorables.
Cualquier economía para crecer depende de las decisiones que tomen los inversionistas y las personas naturales. Si existe cierto temor al futuro, justificado o no, preferirán postergar decisiones y eso se convertirá en una profecía autocumplida: como creo que las cosas no van a mejorar, entonces no invierto ni gasto y, como consecuencia, hago que se cumpla lo que creía que iba a pasar.
Por lo tanto, la primera tarea es volver a creer para volver a crecer. La duda, a la que no podemos dar respuesta, es si es posible ahora mejorar expectativas, que se encuentran en terreno negativo. La política está condicionando a la economía y, por eso, el primer factor que hay que cambiar son las expectativas.
El segundo factor, que no depende de nadie, es la magnitud del fenómeno de El Niño Global que golpeará a fines del segundo semestre del año. Esperemos que sea moderado; de ser fuerte, como ocurrió en 1983, podríamos tener un año en recesión.
4) La inflación ya se encuentra en clara disminución desde enero; lo que se espera, en caso de que continúe la tendencia, es una reducción de la tasa de referencia del banco central a partir, aproximadamente, de este mes o el siguiente y con ella, una caída de las tasas de interés activas, lo que sin duda ayudará a aumentar los préstamos de consumo e inversión y con ello a reactivar la economía. No olvidemos que reducir la inflación no es igual a bajar los precios, sino a que suban menos.
5) En cuanto a la economía mundial, el MEF supone restricciones monetarias más prolongadas que las esperadas, lo que significa retrasos en las reducciones de las tasas de interés de los bancos centrales. China sorprendió con un crecimiento del segundo trimestre menor al esperado por los analistas. De ahí que los precios de los metales se mantengan en niveles considerados moderados.
Así las cosas, expectativas negativas, la posibilidad de un Niño Global fuerte y el lento crecimiento de la economía mundial conforman una tormenta perfecta este 2023. Sin cambios en las expectativas, no aumentará la inversión privada ni tampoco el consumo, y sin ello no será posible reactivar la economía. Más allá de detalles, la evolución de una economía depende de las decisiones que tomen las empresas (producen) y las personas (compran).
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