La primera ministra dejó muy claro que la minería, uno de los más importantes sectores económicos del país, no era del agrado del régimen, señala el columnista.  (Foto: Agencia Andina)
La primera ministra dejó muy claro que la minería, uno de los más importantes sectores económicos del país, no era del agrado del régimen, señala el columnista. (Foto: Agencia Andina)

Empezamos el año con toda la expectativa de un proceso electoral en curso y lo terminamos en medio de un clima de incertidumbre e inestabilidad.

Elegimos a alguien que no solo provocó la más grande fuga de capitales que hemos tenido, sino que no está preparado para dirigir el país y estamos sufriendo las consecuencias. Elige muy mal a los altos funcionarios del Estado, evade cualquier oportunidad para rendir cuentas al país a través de la prensa, mantiene reuniones secretas con extraños personajes en locales fuera de Palacio y cuyos nombres hasta ahora no se revelan y que parecen relacionados con actos de corrupción.

Pero su equipo de gobierno tampoco está a la altura. La primera ministra dejó muy claro que la minería, uno de los más importantes sectores económicos del país, no era del agrado del régimen y el resto de los ministros en una parálisis en cada uno de sus sectores que no ayuda a la reactivación.

Nada parece indicar que las perspectivas para el próximo año sean alentadoras. La alianza que han logrado forjar con APP, AP, SP, Podemos y P. Morado le aleja la posibilidad de una vacancia en el corto plazo.

Pero la mayor preocupación viene por el lado económico. Venimos de ser un país que multiplicó por 2.5 su PBI per cápita entre 1990 y 2019, gracias a un flujo importante de inversión privada que ahora se detiene ante anuncios de una Asamblea Constituyente y cambios en las reglas de juego.

El mal llamado modelo neoliberal trajo mayor ingreso y lo hemos cambiado por un salto al vacío. No está claro cuál será el desenlace, pero nos queda aprender de lo ocurrido para buscar la unidad entre quienes estamos del lado de la libertad.