El primer acto público del presidente Castillo tras llegar de su gira internacional fue asistir a un evento de representantes sindicales y apoyar públicamente a Iber Maraví. El ministro de Trabajo es cercano al presidente y es, además, su vínculo con el magisterio.
Es por eso que las declaraciones admonitorias de Bellido hacia el Congreso habrían sido a pedido del presidente y no motu proprio, según trascendidos periodísticos.
Resultaría inexplicable que el premier haga cuestión de confianza por un ministro al que quiso expectorar hace apenas unos días. En todo caso, si las declaraciones de Bellido no corresponden al sentir de Castillo ni del gabinete (como el mismo presidente ha confirmado a través en un tuit), el primer ministro estaría actuando en rebeldía y sobrepasando sus funciones, y esa es razón suficiente para apartarlo del gabinete.
Pero al margen de quién decidió poner en la mesa la cuestión de confianza, lo cierto es que las intenciones del gobierno han quedado al descubierto.
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En política no hay coincidencias, para defender a un ministro con claros vínculos con el terrorismo y cuya vacancia es inminente, o tendrían que tener una lectura política equívoca o estarían buscando que se les niegue la confianza para precipitar la disolución congresal.
El Congreso de la República debe saber a quién tiene en frente (el cerronismo ha demostrado en más de una ocasión sus afanes controlistas y antidemocráticos, y ha demostrado que para ellos no es una opción retroceder) y debe salir d la parálisis y el pasmo en el que está sumido.
La permanencia de Iber Maraví en el Ministerio de Trabajo es inadmisible e intolerable para la moral y la dignidad del país, y debe ser censurado por el Parlamento sin ambages.