Los peruanos somos los ases de la “sacavueltería”. A todo lo que demanda seguir un procedimiento determinado o cumplir un parámetro de convivencia o norma de comportamiento social, siempre encontramos alguna forma retorcida para no cumplir el precepto legal (o moral) y justificar nuestro irregular comportamiento.
Pensemos en el chofer que decide parar en una calle o avenida en doble fila porque no encuentra espacio para estacionar y enciende sus luces de emergencia, y ante cualquier justificado reclamo de otro conductor, responde agresivamente: ¿acaso no ves las luces de emergencia?
En el Perú, encender las luces de emergencia da derecho a irrespetar las normas de tránsito pese a no haber emergencia que lo justifique e incluso con la policía enfrente. Este comportamiento está presente en todas las esferas de la convivencia social de nuestro país.
Veamos otro caso: Perupetro y Petroperú. Perupetro es la agencia estatal encargada de “promover la inversión” en hidrocarburos (nula en 2013, 2016, 2018, 2022 y 2023). Petroperú es ese remedo de empresa de la que se sirven los gobernantes de turno y las mafias enquistadas para enriquecerse y dilapidar recursos de los peruanos (van US$8 mil millones malgastados).
A Petroperú, pese a estar endeudada hasta la médula y no contar con el “know how” técnico, la servil Perupetro la calificó para que opere lotes petroleros que debieron licitarse al mejor postor.
Frente a los cuestionamientos de un sector, Perupetro optó por otorgarle por la vía indirecta (“contratos temporales” sin inversión) aquello que por la directa no pudo (contratos a largo plazo sin competencia). Es decir, Petroperú prendió sus luces de emergencia, paró el tránsito y se estacionó en plena avenida con la anuencia de Perupetro y el resto de la “policía” (MEF, Minem, Congreso y Contraloría).
¿Ven? Pura “sacavueltería”. Y viene también la sacavueltería al Lote Z-69.